LA ESCUELA
DE FRANKFURT
Perspectivas
sobre la crítica
Por: María
Camila Mojica Vélez
LOS
principales representantes de la Escuela de Frankfurt abordan miradas con
distintas perspectivas frente a LAS nuevas realidades que trajo el siglo XX,
como el desarrollo de la industrialización en todo el globo, la evolución
constante del conocimiento científico y la transformación de los Estados junto
con los sistemas políticos.
Tras
la Segunda Guerra Mundial, la humanidad develó las crisis de la modernidad en
el campo político, económico y humano. Los bombardeos, las invasiones
militares, los campos de concentración, la bomba atómica y el genocidio de
grandes masas de la población demuestran que el desarrollo técnico, industrial
y científico no siempre está en función de los principios de la modernidad como
la igualdad, la libertad y la fraternidad. Gracias a la influencia de Karl
Marx, la Escuela de Frankfurt desarrolló
una teoría crítica como forma de comprensión de la realidad. Marcuse, Adorno y
Horckheimer buscaban describir la sociedad contemporánea bajo la lupa de la
crítica, evidenciaban las contradicciones de una época y develaban el enorme
abismo que existía entre la realidad y los principios político-económicos que
rige una sociedad en un periodo histórico concreto.
Los
campos de concentración en Auschwitz son la máxima expresión de la
racionalización de la muerte, por ello, son el punto de partida para la
estructuración de una crítica de la sociedad que evidencia el trasfondo de la
razón ilustrada y el desarrollo científico.
Durante el siglo XX el límite entre la razón y la irracionalidad fue
eliminado del panorama global con la deshumanización del hombre a partir de la
ciencia, el capitalismo, el totalitarismo, el nacional-socialismo, las
dictaduras, etc. La escuela de Frankfurt
contribuyó a evidenciar teórica e históricamente la “Barbarie Industrial” que
el hombre construyó tras su afán de erigir la supremacía de la ciencia sobre la
ética, la moral, la política y el arte.
A
partir de este contexto histórico, la primera generación de la escuela de
Frankfurt abordó de distintas formas el problema de la crítica, específicamente
de la sociedad contemporánea producto de la modernización y la modernidad, la
cual logró alienarse a partir de su propia alienación con el capitalismo y el
nacionalismo. “El gran milagro del aparato económico-administrativo consiste en haber
conseguido que los hombres se sientan felices cuando en realidad no lo son”[1]
Los hombres del siglo XX adquirieron una conciencia falsa del sistema político
y económico que permitió transformar a la humanidad en inhumanidad a partir de
la propaganda y las necesidades planeadas y controladas. Horkheimer,
Adorno y Marcuse abordan el problema de la dialéctica entre la realidad y los
principios de una sociedad desde la crítica a la razón ilustrada, puesto que
aunque el hombre se sentía libre era un sujeto esclavizado por el Estado y el
sistema económico, estos pensadores del siglo XX poseen influencias de Marx,
Hegel y Freud, en la medida que evidencian las contradicciones, negaciones,
afirmaciones y autocensuras entre los individuos y las sociedades que
habitan.
Para
Horkheimer “el autodesarrollo de la razón
instrumental fue acompañado por un proceso de deshumanización, ya que el hombre
se vio privado de una racionalidad encaminada a orientar su praxis humana”[2]. Así mismo para Adorno, “la identificación del desarrollo del aparato técnico-económico
de la sociedad con el desarrollo humano de la libertad y de la justicia encubre
la esclavitud y las injusticias reales que los aquejan”.[3] Marcuse afirma que “la cuantificación creciente de la naturaleza y su explicación mediante
estructuras matemáticas, consolidadas como ideal científico, han separado la
verdad del bien y la ciencia de la ética.”[4]
Sin
embargo, las perspectivas que asumen los escritores frente a esta crítica de la
sociedad van enfocadas a distintos frentes que involucran a los individuos, los
principios y los sistemas político-económicos.
Unos poseen mayores influencias de Marx, o Freud o Hegel.
Horkheimer
se encargó de analizar detalladamente a la sociedad industrial, evidenciando
cómo el sistema político y económico ha dejado de lado a la praxis humana. El
positivismo científico se idealizó como el único criterio de verdad, en esta medida se transformó en un
instrumento ideológico de alienación. El positivismo científico fue un
instrumento racional en función del sistema opresor y de la miseria. “La
teoría Horkheimer como crítica de la razón instrumental conserva los ideales
tradicionales de: verdad, libertad y justicia, pero concreta estos ideales
sobre el tapete de las tendencias empíricas de cada momento histórico”.[5] Horkheimer utilizó el discurso de la
instrumentación de la sociedad enfocándose en el problema de la razón para
comprender las contradicciones de la misma,
por ello utilizó a Marx metodológicamente, para evidenciar la
deshumanización de la sociedad industrial, la cual dividió la razón y la usó de
acuerdo a su propio interés.
En
el caso de Adorno, la influencia del pensamiento de Hegel es particularmente
fuerte porque se parte del anticipo idealista de una sociedad industrializada
que sobrepasa los límites de sus propios principios pero que al mismo tiempo no
logra escapar de ellos. Para Adorno,
Hegel anticipó la contradicción de una sociedad radicalmente socializada donde
el ideal utópico identificaría el desarrollo técnico con el desarrollo humano
ya que la negatividad de la sociedad burguesa se encontraría estrechamente
entretejida con los principios e ideales del intercambio justo de equivalentes y
la libertad. A partir de esta negatividad, Adorno construye
el concepto de la “dialéctica negativa” donde sostiene que el principio opresor de
la sociedad parte del primado de la teoría sobre la praxis, ya que la ciencia
encubre la realidad del hombre porque no es susceptible de análisis científico.
En
esta medida la metodología de análisis visibiliza los principios de la sociedad
no solo como fines sino también como medios para la alienación.
“Adorno suspira por algo más que un futuro
liberado de opresión. Adorno suspira
incluso por un mundo en el que no solo haya desaparecido toda alienación, sino
en el que todo el pasado quede sanado y salvado”[6]
La
influencia de los escritos de Marcuse fueron los trabajos de Freud ya que, al
igual que Adorno, utiliza los trabajos teóricos del psicoanálisis como
instrumento metodológico para comprender: cómo el hombre se encuentra inmerso
en una sociedad autocensurada, donde la legitimación de la organización social
existente esclaviza al hombre a través del discurso racional. Por ello, Marcuse denomina la “razón
unidimensional alienada” al carácter político de la ciencia que busca controlar
al hombre a través de la proyección de un mundo calculado que domina a la
naturaleza y a los individuos de una sociedad.
Marcuse incluye al hombre dentro del análisis crítico de la ciencia y
evidencia cómo este se encuentra inmerso en un sistema que lo moviliza física y
psicológicamente para no permitir su auto-liberación. “Marcuse
soñaba con una sociedad en la que reinaría una nueva técnica convergente con el
arte, una nueva sensibilidad , unos hombres dotados de nuevas necesidades y
nuevas valoraciones, un trabajo que convergería con el juego, una lógica del
Eros que se levantaría por encima del Logos, en una palabra: una naturaleza que
habría dejado de ser hostil al hombre”[7]
Horkheimer
estudió la sociedad y no encontró redención, Adorno analizó los principios
y soñó con la sanación del pasado, Marcuse involucró al individuo dentro de las
contradicciones de la sociedad y soñó fantásticamente con él. Los tres fueron
influenciados por distintos pensadores, pero llegaron a la misma conclusión a
través de la teoría crítica: “la sociedad contemporánea se encuentra alienada
por su propia alienación”. Así mismo y a diferencia de Marx, ninguno fue capaz
de desarrollar una alternativa para construir una sociedad mejor.
BIBLIOGRAFÍA
ENRIQUE UREÑA, La Teoría Crítica de la Sociedad de Habermas,
La crítica de la sociedad alienada de la sociedad industrial, Tecnos, Madrid,
2004.
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