Querido corazón
Comenzaste a latir muy rápido.
Apresurado, ansioso y expectante.
Naciste para cruzar el océano Pacífico
y despedir una vida antigua,
cerca de aquel río destruido por la infamia
y el dolor evaporado.
Maduraste poco a poco,
como un mango que brota de una tierra cálida,
un hogar que abrazaba otros corazones
que vivieron junto a ti.
Con ellos querías bailar, actuar, jugar, leer, saltar, disfrutar…
como el sabor dulce que se acumula después de tardes llenas de cuentos, lápices y juegos.
Pero junto a ellos, también naciste en otro lugar:
uno lleno de espinas punzantes y ásperas,
donde la partida era una herencia que pesa
y la espiritualidad, apenas un susurro entre escombros.
Te enseñaste a despedir, porque había que hacerlo.
En ese mundo que te vio nacer,
la vida se iba y no quedaba nada.
Así aprendiste la certeza trágica.
Tuviste que callar el eco de tu palpitar,
guardar en silencio la ternura y sinceridad,
porque todos afuera eran herida y cristal.
No podías confiar.
Y por eso, renunciaste a la oportunidad de amar.
Pero… nunca estuviste solo.
Siempre hubo alguien junto a ti: la amistad.
Desde la distancia tejiste puentes,
construiste ideas, momentos, compañías.
Y aún así estás hecho de despedidas.
Ahora, agotado,
te encuentras con lo único que perdura
en un paisaje cambiante y efímero:
las presencias, los compartires, los instantes.
Querido corazón,
eso es lo único que te queda
después de decir tanto adiós.
Y quizá,
solo quizá,
eso es suficiente para seguir latiendo
hasta que un día,
tu ritmo se apague.
5 comentarios:
🥰 que bueno siempre ver/hoy leer la artista que siempre eres… siempre en la forma de un nuevo crisol!
Me encanta
Que lindo !!! 😍😍
Amo que belleza ❤️🔥😭
Amigas cómo tú nadie !!!
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