Camila 2020

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Un retrato hecho para mi Por: Clara Mojica

domingo, 7 de noviembre de 2010

El cuerpo de Grecia

GRECIA
El mundo donde la piedra se transformó en carne”
Interpretación del texto de Richard Sennet “Carne y Piedra”
Por: María Camila Mojica Vélez


En aquel mundo antiguo llamado Atenas, la relación entre la ciudad y el hombre se había fusionado de una forma tan íntima, que las normas que explicaban la estructuración de uno, guiaban el comportamiento del otro. Esta fusión fue producto de una transformación histórica, donde los atenienses pasaron de ser una sociedad de reyes y tiranos a una sociedad democrática por excelencia, un mundo, donde el ciudadano formó una unidad con su ciudad, y donde la ciudad se transformó en carne.
Las normas del mundo ateniense eran la interpretación del calor y el frío . Eran estados de la materia que posibilitaron una explicación lógica de las desigualdades e igualdades del mundo griego. Aristóteles, relacionaba la sangre menstrual y el esperma como explicaciones de la desigualdad. La sangre menstrual era fría, muerta e in-fértil, y el esperma era sangre caldeada, viva y fértil.
Las normas del calor y frío eran una explicación de la división entre los hombres, de sus comportamientos en la sociedad, y de la transformación de la ciudad en función de las conductas de las personas que la habitaban. “La concepción griega del cuerpo humano sugería derechos desiguales, así como diferencias en los espacios urbanos, ya que los cuerpos tenían diversos grados de calor.1 Las normas o reglas del calor fueron las normas o reglas de la dominación.
Desde ese calor se desprendían unas virtudes políticas que se diferenciaban completamente de las cualidades de la mujer, del esclavo y del hombre extranjero en la sociedad; calor que caracterizaba al hombre libre, al ciudadano.
Estas cualidades políticas provenientes del interior del cuerpo eran la fuerza, el actuar, el reaccionar y la unidad entre las palabras y los actos.
Cualidades que provenían del interior pero que se manifestaban en el exterior del cuerpo desnudo y bello, como la expresión de una obra de arte perfecta.
El griego civilizado había convertido su cuerpo descubierto en un objeto de admiración2
Por ello, esa manifestación de la perfección no sólo se exteriorizó en la piel y músculos del hombre libre, sino también en la ciudad, en las piedras talladas de los templos, del ágora, del Partenón y de todos los espacios que hacían parte de la vida pública en Atenas.
El cuerpo se había convertido en el equivalente de la dignidad del ciudadano, por ello exponer las ideas también equivalía a exponer sus cuerpos en la ciudad.
Exponer se convirtió en la principal característica de la ciudad, el Partenón es un ejemplo de ello. M. Finley decía que su principal característica era la auto-exhibición, porque era su posición en la colina más alta de la ciudad la que atraía todas las miradas, simbolizando los valores cívicos que provenían del cuerpo, también significaba la voluntad de convertir la ciudad en una representación artística y arquitectónica de los ciudadanos que la habitaban.
Sin embargo los muros, piedras, edificios, parques, teatros, el ágora y hasta el mismo Partenón, no sólo se auto-exhibían de acuerdo a su posición en la ciudad, sus muros también ofrecían decoraciones artísticas que exponían la belleza de los cuerpos desde cada roca que hacía parte del edificio, constituyéndose parte de un juego de superficies. Las decoraciones eran como la escritura, narraban el origen de los hombres, su relación con los dioses, con la ciudad y con la época en la que vivían.
Los mármoles de Elgin, son un reflejo de ésto, Boardman afirmaba “la imagen del cuerpo humano ha sido idealizada en lugar de individualizada... de una manera ultra-terrena; [nunca fue] lo divino tan humano y lo humano tan divino3
Tanto la carne y la piedra eran divinas, visibles y públicas, obedecían a las obsesiones del pueblo ateniense por mostrar, exaltar, exponer y revelar la igualdad del ciudadano, su libertad y la participación política; acontecimientos que se daban en el marco de la discusión, el razonamiento y el convencimiento en los asuntos de la ciudad.
Pero la piedra estaba expuesta a un impulso griego por darle al mundo material una significación civil, una significación cuyo origen era la retórica, el poder de las palabras acaloradas plasmadas en los espacios, las superficies, los muros y las piedras.
La espacialidad trascendía, NO en un portal que transportaba al mundo divino, sino, en un portal del mundo democrático, el mundo de la igualdad. Lo civil se separó de lo religioso tanto en el individuo como en los edificios.
Así afirmaba Pericles en su discurso fúnebre pronunciado en el año 431-430 a. C. «El poder no está en manos de una minoría, sino en todo el pueblo, todos son iguales ante la ley...
No creemos ---declara Pericles- que haya incompatibilidad entre las palabras y los hechos»4

Aquellos hombres tallados en los mármoles Elgin, que pertenecen al Partenón, hablan de la procesión de las Grandes Panateneas5 desde Eleusis hasta Atenas, muestran al hombre desnudo y perfecto realizando un acto cívico en honor a la diosa fundadora de la ciudad, un acto cívico que de acuerdo a las posiciones y relieves de los hombres y los dioses alude a una comunión entre ellos, Philipp Fehls afirmaba que en los mármoles existía «una conexión sutil entre el ámbito de los dioses y el de los hombres que de alguna manera tiene la apariencia de una necesidad inherente»6
Sennet afirma que dicha comunión era sinónimo del triunfo de la civilización sobre la barbarie. Atenas había evolucionado en aquel mundo donde los dioses y los seres humanos se encontraban en un nivel, ya no estratificado, si no, igualitario.














Estas tres imágenes provenientes de los mármoles de Elgín son el símbolo metafórico de la evolución histórica del mundo griego, representan un acto civil y un acto político; un acto civil porque conmemoran el nacimiento de la ciudad rindiendo tributo a la diosa Atenea, y un acto político, porque cuentan a través de la batalla entre los griegos y los centauros, cómo éstos lograron ganar la victoria de la ciudad sobre la barbarie, la monstruosidad, la tiranía de los gigantes y la victoria del calor sobre el frío.
La posición del hombre es una representación de la perfección física y externa del mundo griego, del mundo acalorado hijo de la retórica, de la unidad entre acción y discusión.
Sus posiciones evolucionan hasta encontrar el plano de la igualdad con lo sobrenatural y metafísico. “Los cuerpos ideales jóvenes y desnudos representaban un poder humano que ponía a prueba la división entre dioses y hombres.8
Los mármoles, aluden a la transformación histórica del mundo ateniense en el siglo V, donde el conjunto de hombres libres hacían parte de la democracia. El demos (pueblo) era el kratos (poder).
Pericles afirmaba “El pueblo ateniense es tolerante y cosmopólita; «nuestra ciudad está abierta al mundo». A diferencia de los espartanos, que siguen órdenes de manera ciega y estúpida, los atenienses discuten y razonan entre sí.9

Los mármoles del Partenón, son la pura transformación de la piedra en carne, son el reflejo de la evolución histórica del hombre griego como ser maldito por los dioses a causa del pecado de Prometeo y Pandora, al hombre como símbolo del centro del mundo y del poder quien pudo elevar a Atenas sobre los bárbaros.
La piedra adquirió calor y vida, se convirtió en un lugar donde el verbo se exteriorizó con las artes y la arquitectura, los espacios se convirtieron en el lugar ideal para exteriorizar la palabra, y el cuerpo se transformó en el símbolo de la civilización.

BIBLIOGRAFÍA Y NOTA AL PIE
1SENNET Richard, Carne y piedra, Alianza Editorial, Madrid, 1997, p. 36.
2Ibid, p. 35
3Ibid, p. 44
4Tucídides, History 01 the Peloponnesian War (Londres: Penguin, 1954), p. 145
5 Teniendo en cuenta lo que afirma María de la Nuez Pérez en su texto Las Panateneas, topografía de una fiesta, las Panateneas son la fiesta principal de Atenas en honor de su diosa tutelar: Atenea. Es una fiesta que involucra a todos los atenienses, tanto los que viven en la ciudad como los que viven en el campo y que, al mismo tiempo, involucra a toda Atenas y no en el sentido metafórico del término.
6 Philipp Fehl, «Gods and Men in rhe Patthenon Erieze» (962), en Tbe Parthenon, p. 321
7Elgin Marbles, British Museum, London :Métope sud 30, Métope sud XXVI, Fronton Sud 31.
8SENNET Richard, Carne y piedra, Alianza Editorial, Madrid, 1997, p. 44
9Citado en: SENNET Richard, Carne y piedra, Alianza Editorial, Madrid, 1997, p. 35

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