Camila 2020

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Un retrato hecho para mi Por: Clara Mojica

domingo, 20 de julio de 2008

La neotelevision y la television regional

LA LLEGADA DE LA NEOTELEVISION A LOS CANALES REGIONALES Y SU INFLUENCIA EN LA NUEVAS PROPUESTAS AUDIOVISUALES.

En la actualidad a nivel mundial la televisión está viviendo cruciales cambios que influyen en el diseño de producción de nuevo formatos y propuestas televisivas para los canales regionales debido a diversos factores como:

La subordinación de la televisión a la soberanía de una audiencia fragmentada, productos de una constante competencia entre organismos tanto públicos como privados para la explotación de ésta como producto de mercado.

Otro de estos factores reside en la ruptura de barreras en diferentes ámbitos, que van desde la neo-televisión y la hibridación de formatos, seguido de las diferencias que se desvanecen cada vez más entre lo público y lo privado, lo general y lo particular, lo político y lo sensacionalista. Debido a los recientes cambios de la globalización, las barreras entre lo regional y lo extranjero cada día desvanecen ayudando a fragmentar más la audiencia debido a las propuestas neotelevisivas que han propiciado el aumento del consumo televisivo. El telespectador pasa cada año más tiempo pendiente de la pantalla de su receptor. Además, se experimenta una nueva manera fraccionada de consumir imágenes. El televidente, convertido en audiencia, contempla ofertas diarias ininterrumpidas, un non stop programático, con citas puntuales basadas en una lógica de parrilla y en un sistema de repetición que busca la fidelidad a través de esa oferta y de los componentes del llamado look de canal o imagen de la cadena.”[1]

Según José Ángel Cortés la sociedad se encuentra en un proceso masivo de industrialización de programas y/o formatos televisivos que buscan dirigirse a audiencias especificas que constituyen potenciales consumidores dentro de una oferta total y sinérgica donde cada propuesta audiovisual tiene cierta afinidad con la filosofía global del canal, permitiéndole integrase y convertirse en un producto de mercado dispuesto a venderse, obteniendo rendimientos económicos relacionados con los ingresos logrados por medio de la oferta publicitaria.

Sin embargo Manuel Villanueva (director general de contenidos de Antena 3) dice que la tendencia que va imponiendo el nuevo mercado conforme se fragmenta la audiencia cada vez más, es la búsqueda de otras formas de financiación que no sean solamente las publicitarias[2], debido a que el mercado publicitario cada día desciende más por cuestiones económicas, lo que está obligando a la televisión a conquistar las audiencias a través de todos los sistemas de comunicación de una forma global, permitiéndole buscar otras formas de explotación, a través de los nuevos medios de comunicación como: la internet, la tecnología celular, la televisión abierta, la televisión cerrada, los videojuegos, entre otros, haciendo una economía de escala, la cual consiste en obtener un nivel optimo de producción audiovisual, produciendo más al menor costo, es decir, cuánto más produce programas televisivos, menos le cuesta producir cada uno de ellos.

Por el contrario el modelo televisivo “neotelevisión” busca unificarlo todo, agrupando, mezclando y cambiando la información, el entretenimiento y la publicidad en sus diversas formas. Esto sucede porque una de las principales características de la neotelevisión es la posibilidad de cambiar los formatos, permitiendo la contaminación mutua y la producción de híbridos de programas, tendiendo a fundirse y confundirse la información en una simbiosis general, la cual busca crear nuevos tipos de asociaciones en búsqueda de un beneficio común establecido gracias a la filosofía del canal (definido muchas veces por el grado de obsesión de los partidos políticos y económicos), a la parrilla de programación y a la imagen institucional.

Esta hibridación de los formatos ha surgido por la necesidad de las grandes cadenas de televisión y también de los canales regionales por encontrar el nuevo killer format del mercado nacional y regional, debido a, que una nueva propuesta audiovisual sin respaldo de alguna cadena o productora no puede asegurar el éxito y la influencia que tenga sobre una audiencia definida, por ello es muy difícil que llegue a convertirse en un gran formato porque es necesario dedicar tiempo y dinero a probar la eficacia del nuevo producto, factores con los cuales no cuentan la mayoría de los canales regionales. Por ello es mucho más fácil para las cadenas de televisión regional y nacional buscar formatos que ya hayan sido testados en otros países del mundo y readaptarlos a la televisión de acuerdo a la información que se busca propiciar a las audiencias nacionales y regionales. Por ello es mucho más fácil readaptar los formatos con la información local porque ya se tiene cierto respaldo frente a los posibles resultados que pueda generar en las audiencias. Sin embargo no basta con copiar, readaptar o partir de un formato conocido porque todos ellos configuran el “know how” necesario para elaborar un buen formato.

Lo que sucede actualmente en la televisión regional es resultado de ésta adaptación a formatos ya exitosos en la televisión nacional e internacional. El uso de magazines en la televisión regional se ha usado y reutilizado debido a los “bajos costos” que son necesarios en invertir en él”. Altavoz el nuevo programa dirigido a jóvenes producido y transmitido por el canal Telemedellin y Metro juventud refleja esta hibridación mostrando como la neotelevisión comienza a ser parte de la programación y producción de los canales regionales.

El programa Altavoz es una adaptación audiovisual del festival musical Altavoz que da lugar en la ciudad de Medellín, la gran acogida que tuvo este festival en la ciudad por parte de los jóvenes refleja la cantidad de audiencia que puede captar un evento musical. Por su parte el canal Telemedellín advirtió la viabilidad de producir un magazine para los jóvenes que asisten a éste tipo de eventos debido a los resultados obtenidos por asistencia en años anteriores, por ello, fue más fácil conseguir una institución de la alcaldía que apoyara esta producción audiovisual a nivel económico. Para atraer nuevas audiencias, se recurrió al formato de reality show donde los televidentes pudieron escoger a la nueva presentadora del programa juvenil, los primeros programas se dedicaron a mostrar el proceso de casting, enfocándose en el lado humano de las participantes. Se puede analizar que, esta reestructuración del formato de magazine refleja la influencia de los éxitos obtenidos en los canales nacionales como, “Protagonista de novela” donde las audiencias podían participar escogiendo al ganador del programa. Como Magazine el programa de televisión busca informar a los jóvenes sobre los eventos dirigidos para ellos en la ciudad, mostrando lo que los jóvenes de la ciudad de Medellín piensan, sienten y viven, a esto se le suma el acompañamiento que tiene con el festival altavoz ofreciendo conciertos para sus televidentes y transmitiendo todo lo que acontece en el festival. Como se puede indagar, la información se une con el entretenimiento convirtiéndose en un programa denominado según la lengua anglosajona infotainment porque además de ofrecer información sobre los jóvenes de la ciudad también busca mostrar y promocionar los espectáculos musicales que se originan en ella. El programa de televisión Altavoz acudió en el diseño de su temática y en el diseño de su formato a éxitos obtenidos en la televisión nacional y en los eventos realizados en la ciudad de Medellín para crear un nuevo programa que constituye un hibrido que promete grandes éxitos en televisión regional.

Si algo aporta la neotelevisión es un sistema de lectura más rápido, más frenético debido a una tecnología que permite esos avances y cuya cima quizá esté en los primeros balbuceos de la interactividad. El sujeto pasivo de la paleotelevisión se vuelve sujeto activo gracias a una tecnología que lo hace participar en vivo del espectáculo. [3]

De acuerdo con lo mencionado anteriormente se está ante un claro proceso de fabricación industrial por parte de las plataformas de televisión. Una maquinaria puesta en marcha para lograr un solo objetivo: conseguir gracias a la publicidad, los mayores ingresos económicos. Rentabilidad que pasará por tres criterios básicos: 1. El sometimiento de los mass-media a la economía; 2. La degradación del espectador y 3. La guerra de audiencias.

El televidente pasará a ser una mercancía. La mejor presa en medio del conflicto mediático.

El argumento más extendido por parte de las cadenas televisivas es aquel de que en todo momento se da a los espectadores lo que éstos piden. Y para “asegurarlo” exhiben sus cifras de audiencia. La mentira, está sobre la mesa: un programa es bueno si es seguido por una cifra alta de telespectadores. Se suele hablar mucho de “Rating” y de “Share”, dos medidas que indican tan sólo cantidades de consumo televisivo; aunque se suele decir muy poco de otro índice: el de "Agrado” de un programa. Un parámetro existente, pero al que en muy pocas ocasiones se recurre.

En la actualidad la gran mayoría de los espectadores tiene una visión parcial de la programación. Visión cortada, en cuanto que la mayoría ven tan sólo fragmentos, partes de programas y no los programas en su totalidad. Este fenómeno conlleva la necesidad de crear un nuevo tipo de formato televisivo. Formatos poco rigurosos que priman en la actualidad y que están caracterizados por su estructura ligera, fácil y propia de un tipo de audiencia poco exigente que picotea en la programación. Son los Programas Mosaico. Modelos que facilitan su seguimiento y la total integración en ellos en cualquier momento de la emisión. En este triángulo de la seducción, participan la empatía, la fascinación y el inconsciente. Estrategias psíquicas que las grandes cadenas emplean conscientemente para captar clientes.

La estructura de estos nuevos programas es sencilla y de fácil asimilación por parte de los telespectadores. Su catálogo comprende desde determinados formatos de concurso, pasando por los, tan de actualidad, programas de chismes, talk-shows, realitys, hasta los nuevos formatos bautizados como reality soap (telenovelas). Subgéneros que crean falsas ilusiones al hombre de la calle, al que se le ofrecen cinco minutos de gloria durante los cuales poder ser el “protagonista”. Actitudes engañosas que toman forma a través de mensajes de telefonía móvil en directo, llamadas telefónicas, petición de tonos “personalizados” para móviles.

Algunas de las consecuencias de este tipo de televisión son el mayor nivel de manipulación en los contenidos (todo vale, con tal de conseguir espectáculo); la divulgación de temas importantes, tratados en muchos casos por personas no cualificadas (recurso empleado incluso en los noticieros para ganar audiencia; en donde la noticia ya no se valora por su importancia, sino por el grado de polémica generado), la penetración en la esfera íntima y privada de las personas y una total carencia de interés por todo aquello que suponga renovarse.

La televisión de hoy es como “una gran olla” en donde los ingredientes que se combinan son, en realidad, clones de programas. Formatos y géneros de carácter conservador, orientados a la consecución del máximo beneficio en términos económicos, que limitan la creatividad en favor de estrategias de marketing. Marketing que funciona a la hora de clonar, pero no de innovar. Una excepción la constituye la proliferación de series de producción propia con buenos guiones.

Es probable que esta forma de televisión continúe su expansión dentro en un mundo hastiado que busca cada vez nuevas, aunque no siempre buenas, formas de entretenimiento. Estrategias que le lleven al espectador a evadirse, aunque tan sólo sea por un instante, de la cruda y dura realidad de nuestro país y del mundo.

Queda claro que la televisión es una industria, y que depende del consumo su éxito o su fracaso. Triunfo o derrota de iniciativas que muchas veces se acepatan porque nunca se han mostrado alternativas. Porque la otra cara de la moneda, la de las encuestas, no son solamente los documentales, sino programas, concursos, teleseries… hechas con calidad, en la búsqueda de un sano entretenimiento.

Si bien es cierto que numerosas asociaciones de defensa del consumidor velan a diario por sus intereses, manifestando continuas quejas ante los causantes de este descontento general, también lo es el que recurriendo a la ética profesional y a la ética personal, los directivos de las grandes plataformas televisivas deberían hacer examen de conciencia para ir poco a poco y desde dentro, cambiando las aberraciones que actualmente se cometen en el mundo de la televisión. “Errores de cálculo por dinero, que han degenerado en una “Telebasura” que debería transformarse en “Telecalidad”. [4]

La tendencia de la televisión a devorar todo lo visible es clara, pero el peligro de ser devorados no es otra cosa que el afán de actores y espectadores, entrevistados y reporteros, famosos y anónimos, individuos y masas, de participar del efecto de realidad que producen las imágenes en el mundo actual. La práctica ritualizada de ver televisión vincula con lo que sucede en el mundo, acompaña, ofrece información y, sobre todo, entretenimiento.

En un medio como el televisivo es posible observar ciertos mecanismos que tienen como objeto crear el contacto con los receptores mediante un ejercicio de interacción y a través de los modos como los contenidos y las formas de los productos audiovisuales se relacionan con quien los escucha y mira. “El flujo televisivo se construye, principalmente, por tres contratos comunicativos que engloban diversos géneros y formas de mediación perfectamente identificables (Lochard y Soulages, 1998): a) un contrato de información; b) un contrato de entretenimiento, y c) un contrato de publicidad”[5]. Estos pactos tienen la finalidad de llamar la atención del televidente para que memorice, comprenda y evalúe lo que escucha y mira, además de proporcionarle las herramientas que le permiten identificar y diferenciar las reglas entre un contrato y otro. Las principales metas de estos contratos se proyectan hacia diversos factores, entre ellos, ampliar la capacidad de accesibilidad del mundo del televidente (en el nivel racional), y la creación de emociones y de nuevos efectos en la percepción del mundo (a nivel de las sensaciones). Esto último casi siempre ha prevalecido en el acto de ver televisión sin importar qué estamos viendo y con quién lo estamos haciendo. Son solamente las ideas y sentimientos que se logren comunicar, los que tienen alguna oportunidad de perdurar. Hay que ofrecer ideas que cambien para bien en nuestro entorno. ¡Y definitivamente existe la necesidad de provocar una diferencia positiva en el mundo!.

Dentro de los conocimientos de las teorías de las comunicaciones, la televisión, y la práctica, se relacionan las formas de hacer programas de televisión y se aplican de dos formas: la de vida real que serían los concursos, los debates, noticieros y magazines, y otra forma es la de televisión en directo que se limita a los deportes, entrega de premios, la cobertura de noticias y algunos espacios de debates. El diseño y la producción de programas esta aceptado convencionalmente en el país y fuera de él. La producción de un programa de televisión tiene un proceso completo de creación, comprende la escritura del guión, elaboración del presupuesto, contratación del personal creativo y de producción, diseño de espacios y ensayos antes de comenzar a grabar. Luego viene el proceso de posproducción la cual se encuentra la edición de video y sonido y los efectos visuales.

La industria audiovisual ha estado formada, tradicionalmente, por equipos estables y generalmente cerrados entre si: la fotografía, la radio, el cine, la televisión y, más tarde, el vídeo. En la actualidad, las fronteras entre estos sectores se han disipado con la incorporación de las tecnologías digitales y las telecomunicaciones, dando lugar a los denominados productos multimedia, donde aparecen nuevas funciones y profesionales que intervienen en varios sectores simultáneamente. “Si además extendemos nuestro propósito a la implicación de las Nuevas Tecnologías en el tratamiento de la imagen (fotográfica o digital), los cambios son ya de cierta magnitud y precisan de una revisión metodológica importante 4. Es por esto que la innovación técnica lleva consigo nuevas funciones y una reorientación de los requisitos profesionales para llevarlas a cabo.

Al mismo tiempo, Internet no sólo reestructura profundamente los medios precedentes, como en el caso de la digitalización del proceso productivo audiovisual, sino que es el motor de un nuevo sector industrial. La gran variedad de nuevos empleos, junto con su gran volumen de contenidos multimedia, pone de manifiesto la aparición de nuevas estructuras de negocio con sus propios espacios y relaciones de trabajo que requieren profesionales más flexibles e integradores, lejos de la tradicional separación entre técnicos y creativos. A pesar de lo divertido que pueda resultar jugar con los medios, todos estos equipos de alta tecnología son tan sólo una herramienta útil para un propósito más enaltecedor: La comunicación efectiva de ideas e información. Si celebramos esto, los actuales efectos especiales de "alta tecnología" se verán más bien crudos en algunos años más. (Como se ven hoy los efectos especiales de algunas películas de hace 30 años).

Retomando la televisión como un jugador central entre los dominios microsociales habilitadores y los constrictivos dominios macrosociales ¿Cómo podemos entonces considerar el lugar especial de la televisión como una expresión de los sistemas sociales y qué se puede decir acerca de su relación con las audiencias? Primero permítanme argumentar en favor de una diferente comprensión de la estructura en relación con las instituciones de los media. Ahora bien, en tanto se promueve el fortalecimiento de habilidades propias de la investigación a la que se acercará el comunicador, al reconocimiento del objeto de estudio propio de la comunicación audiovisual, al manejo de fuentes de información, al ejercicio de la lectura conceptual y problematizadora desde su campo de formación y se promueve el ejercicio de la escritura desde realidades que puedan ser expresados por los comunicadores, a través de registros en diarios de campos y guías de observaciones, en contextos específicos relacionados con lo audiovisual, en las actividades que se desarrollen durante la investigación. La televisión puede ser gestora de convivencia y desarrollo; puede fortalecer la identidad cultural colombiana y ser un recurso invaluable de apoyo a los procesos educativos. A su vez la televisión refuerza los estereotipos, caracteriza de manera más compleja los personajes de las series, ya que puede ofrecer la oportunidad de que niños y adolescentes desarrollen sus capacidades de analizar la realidad y los comportamientos humanos de manera menos simplificadora, distanciándose de los juicios basados en la fórmula de "buenos" y "malos".

La televisión, ciertamente, enseña a los niños acerca de saberes y prácticas cotidianas esenciales. Ver televisión forma parte de las necesidades reconocidas y aceptadas por las familias, y carece de una significación negativa. Ver televisión no aparece condicionada por normas culturales de los adultos. En los sectores más favorecidos económicamente el vínculo con la televisión es más reticente. Se le responsabiliza de ocupar el lugar de actividades más fructificas: leer, hacer los deberes, practicar deporte o jugar con amigos. Entre los chicos de familias populares, en cambio, la pantalla chica no es objeto de ninguna culpa, precisamente porque es ella la que les permite muchas veces la incorporación de nuevos saberes, prácticas y aprendizajes. Por eso, para los niños la televisión adquiere una importante «función compensatoria», que no se limita a la sustitución de actividades lúdicas a las que no tienen acceso (cine, teatro, museos, vídeo, etc.). La televisión cumple en estos contextos un importante «papel social». Cuando las calles y avenidas de la ciudad en la que viven son espacios peligrosos para los chicos, o cuando deben quedarse en sus casas para cuidar a sus hermanos más pequeños, la televisión es el puente con ese mundo cerrado al cual no acceden sino a través de la pantalla. Por ello posiblemente los chicos de sectores populares aseguran que aprenden «muchas cosas» de la televisión. Valoran su «función educativa» y esperan de ella una contribución a «la tarea de enseñar».

Una educación en medios implica todas las formas de estudiar, aprender y enseñar, en cualquier nivel y circunstancia, la historia, la creación, la utilización y la evaluación de los medios de comunicación. Implica también analizar el lugar que ocupan los medios de comunicación en la sociedad, el acceso a ellos, su repercusión social, las consecuencias de la comunicación mediatizada, la participación y la modificación que producen en el modo de percibir el mundo.

La televisión como instrumento audiovisual, ha logrado cambiar el significado de la presencia física en la experiencia de los sucesos sociales generando proximidad en el mundo en el que se actúa, y alejamiento en los fenómenos que están presentes aquí y ahora. Debido al alejamiento que existe entre le individuo y su entorno (otras comunidades), la nueva televisión (programas nuevos) pretende crear un canal de comunicación entre las personas y la diferentes comunidades a las cuales pertenecen, rompiendo con esa distancia que existe debido a que la gran mayoría desconocen las realidades que viven otras personas de otras comunidades, y que los llevan a la indiferencia y la discriminación; lo que nos permite a través de la comunicación promover a las personas como participantes informados y analíticos de la sociedad. Los individuos de dicha sociedad moldean el comportamiento en fusión de la misma y de sus instituciones, entre ellas, los medios de comunicación como la televisión, la cual, es un instrumento que por medio de la imagen, el sonido y la interactividad permite proyectar imaginarios colectivos que son construcciones culturales de la vida de los individuos que la conforman. Dichos individuos se organizan en sociedad mediante la comunicación a través de la televisión – el mecanismo- gracias al cual existen y se desarrollan las relaciones humanas. Éste mecanismo es doble: la comunicación física o material que se refiere al transporte y participa en la organización física de la sociedad, y la comunicación psíquica, verdadero agente de la organización social de la sociedad, que comprende los símbolos y todos los dispositivos que permiten su conservación y transmisión. En el campo de la comunicación lo mismo es la expresión del rostro, la actitud, los gestos, la expresión de las palabras, el tono de la voz, todo cuanto puede ser el resultado del dominio del espacio y del tiempo. La comunicación trae consigo cuatro funciones: la expresividad o la variedad de ideas y de sentimientos que son capaces de transportar; la permanencia del recuerda o la victoria sobre el tiempo; la rapidez o el espacio dominado; la difusión o el acceso a todas las clases de hombres. A parte de la variedad de ideas y la difusión de la comunicación, ésta permite que la televisión avance como un láser por entre pantallas de plasma, emisiones de fútbol y televidentes, la principal aportación de la televisión es la clarividencia: la facultad de ver a través de los cuerpos opacos. La televisión tiene un papel de tónico o cordial estimulante para los televidentes, es decir, dibuja la otra cara, de que la televisión es un opio. Como dice Víctor Amela M “lo que está en la pantalla, está en el mundo, y lo que está en el mundo, está en la pantalla”[6]. La televisión es una pieza imprescindible de nuestra sociedad tal como la interpretamos. Y, en fin, la audiencia absorbe aquello que avanza en la dirección de sus intereses ya sean de unos cuantos.

El tipo de audiencias que permite que la televisión siga en pie es una audiencia adicta e interesada en aprender y educarse en diferentes temas y programas que ofrecen los canales y programas de televisión. Hablar de adicción a la televisión se solía tomar entre los pedagogos y psicólogos como una licencia verbal, propia del lenguaje coloquial, sin mayor trascendencia. Hoy la mayoría de los especialistas de la educación y de la salud mental creen que pueden calificarse a ciertas personas teleadictas en sentido estricto, aunque sean pocas en número, ya que para esos casos determinados se pueden aplicar con exactitud los criterios utilizados habitualmente en la práctica para diagnosticar las conductas compulsivas. Es decir, aquellas que no pueden controlarse voluntariamente. Dentro del marco de voluntades las audiencias están en la libertad de elegir que programas ver y cuales no ver, y la adicción es un motivo para que se siga criticando, investigando y regulando la televisión con una visión mecanizada de las causas y sus efectos en individuos, con una visión reducida de contenidos y consecuencias. Una de las consecuencias de la televisión hacia los televidentes es que enseña información compleja, es decir, que las personas de diferentes estratos sociales tienen consumos diferenciados de productos y servicios ofrecidos por los medios de comunicación y esto permite que desarrollen habilidades y conocimientos también diferenciados. Lo anterior tiene como consecuencia que las personas no aprendan a interactuar con otras personas de diferentes comunidades debido a que no conocen sus costumbres o sus idiomas por falta de información por parte de los medios.

A simple vista la televisión de hoy es solo entretenimiento, aunque un entretenimiento cada vez más denigrante. Así que, reflexionemos: ¿Es este es el tipo de televisión que queremos?; ¿Una televisión sin corazón?...



[1] CORTÉS LAHERA, José Ángel, "La estrategia de la seducción, La programación en la neo televisión", Eunsa, Pamplona, 1999, pp. 280.

[2] SALO, Gloria, Lo que opinan los profesionales”, Que es eso del formato como nace y se desarrolla un programa de televisión, Editorial Gedisa, Barcelona, 2003, pp 206.

[3] CORTÉS LAHERA, José Ángel: "La estrategia de la seducción, La programación en la neotelevisión", Eunsa, Pamplona, 1999, pp. 280.

[4] PRIETO GARCÍA, María del Rosario. Reality Shows: Invasión de la intimidad personal; Revista Abril, Nº 61.

[5] APONTE, Rosa María. La televisión: una relación doméstica. Junio de 2001.

[6] AMELA M, Víctor. La televisión es cosa nuestra. [Documento electrónico]. En: http://www.fgbueno.es/hem/2001a05.htm [Consulta: 2008 - 05 - 20]. 5 p.

Esto fue escrito por:

Maria Camila Mojica Vélez con el apoyo y asesoria de Ana Maria Gallego

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