Camila 2020

Camila 2020
Un retrato hecho para mi Por: Clara Mojica

domingo, 20 de julio de 2008

El retrato de la Mujer Colombiana

RETRATO DE MUJER
EVA Y MARIA
“DOS MUJERES CON DIFERENTES DESARROLLOS SOCIALES”
“RETRATO DE MUJER
DE LA COLONIA A DEBORA ARANGO”

Por:
MARIA CAMILA MOJICA VÉLEZ
(Esto es lo que queda de aquella mujer de antaño, me la encontré en un pueblo de Antioquia y me hizo sentir orgullosa de mi condición)
“Para el hombre el ruido y las espinas de la gloria, para la mujer las rosas y el sosiego del hogar, el destroza, ella conserva, el aja, ella limpia, el maldice ella bendice, el reniega, ella ora.” 

Estas palabras, de José María Vergara escritas para Eluira Silva Gomes en 1870, reflejan el imaginario colectivo que consagra el ideal femenino del siglo XVIII Y XIX.
Es un ideal arraigado en la cultura que lleva a conservar las mismas características en los escasos retratos de mujeres  que existían en la época colonial y republicana de la Nueva Granada (hoy Colombia). 

Un gran ejemplo es el retrato de “Juana Pastor de Martínez” o "María Tadea Álvarez Lozano de Pardo" del pintor Luís García Hevia (1849). 

Su expresión seria y postura recta llevan consigo el espíritu de la moral impuesta por la religión y el patriarcalismo, donde la mujer acepta a seguir el bien y rechazar el mal con sumisión y rectitud. 

El uso de joyas y encajes de inspiración europea y cristiana nos muestran como la institución eclesiástica reprodujo en el nuevo continente el legado cultural español en diferentes aspectos de la sociedad, como es la definición de lo elegante y lo vulgar. Las miradas fijas y frías reflejan a aquella mujer fiel, discreta, resignada, abnegada, a quien no se le permite presentarse en público sin la compañía de su marido o hermano. Las ropas oscuras que cubren todo el cuerpo refuerzan estas características de la mujer colonial y republicana. 

En la cultura occidental existían dos concepciones diferentes acerca de la mujer, Eva y María, Eva como sinónimo de mujer carnal que lleva al hombre al pecado, y María mujer virtuosa dedicada al hogar, a Dios y su marido. A finales del siglo XIX la razón cada vez fue cobrando más importancia en el desarrollo de la sociedad, los hombres cada vez mas dados al positivismo se cansaron de la frivolidad femenina y el matrimonio se convirtió en un tormento. Por ello se despertó un relativo interés por la educación de la mujer. Las tertulias constituyeron escenarios que permitieron a algunas damas de la alta sociedad conocieran ciertos aspectos de la cultura. El siglo XIX concluyó con bajos niveles de educación en las escuelas femeninas, la formación constituía en enseñar contenidos que reproducían las funciones de la mujer en el hogar. Esto se encuentra retratado en las obras de Eladio Vélez, “la costurera” y “la planchadora”. 

Colombia destrozado tras la guerra de lo mil días se encontraba acabado en todos los sentidos (político, económico y administrativo). Muchas mujeres quedaron solas padeciendo una sociedad que les negaba la independencia económica tras los diferentes prejuicios morales. A medida que transcurría el tiempo llegaron grandes transformaciones (el auge del capitalismo, los procesos de industrialización, mejoras en las vías de comunicación) que generaron cambios culturales, desarrollándose nuevas ideas entorno a la función social de la mujer, incorporándola a la producción laboral. Sin embargo podemos notar en las obras de José Restrepo River con “Soledad pájaro” (1954) y Henry PrIce con “Lavadoras de oro” (1852) y “Tipos de la provincia de Medellín” (1852), que estas mujeres mulatas y negras conservan a pesar de ser creadas en el siglo XX características de lo cuadros del período colonial.  

Ropas tradicionales, pelo recogido con partido a la mitad, faldas oscuras, no hay joyas ni encajes, estas características muestran que ese desarrollo en la interpretación social de la mujer se quedó estancado en las clases menos favorecidas, debido a la falta de cobertura en la educación y a la desvalorización no solo por su condición social si no también por su condición económica. La vida familiar de las mulatas era azarosa y poco acogida por las normas eclesiásticas y civiles. A la mujer negra se le satanizaba, se consideraba como presa de su sensualidad, aberrante y prostituta, debido a su aire alegre, reflejado en la expresión de sus rostros y viveza en el colores cálidos de sus vestidos. Sin duda esto muestra la mentalidad que dejó el continente europeo a través de la Iglesia en Colombia, manifestados en la falta de identidad cultural en los ideales femeninos de la mujer colombiana, llevando a que la mujer negra y mestiza de bajos recursos no exigiera su derecho a hacer parte activa de la sociedad. Esta exposición nos dice que es el momento en que toda mujer sin importar su raza o clase social conozca su pasado a través de imágenes que le permitan reconocer sus derechos y deberes sociales como procesos de lucha y sufrimiento que vivieron sus ancestros.

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