Ese día quería buscar a mi padre en el caos.
Caminando contra la marea, el humo y la multitud,
solo veía caras fugaces marchando.
Ningún rostro parecido.
Buscaba a mi papá
desvanecido en el silencio
ahogado en el retumbe de la violencia,
la persecución,
las bombas, las balas
y los gases.
Buscaba a mi padre en los golpes,
las patadas, el bolillo, la sirena,
los gritos, los presos y el miedo.
Ningún rostro parecido.
Buscaba su voz en el ruido
En las voces gritando y llorando
la trataba de encontrar incluso en el silencio
que queda tras un explosión.
No escuchaba su voz
ni veía sus ojos
ni tocaba sus manos.
Tras ahogar mi llanto
en la desesperanza y el gas
me di cuenta que tal vez ...
mi papá estaba en las arengas,
en las palabras escritas en pasquines, cartulinas y cartones,
en las ideas dibujadas en los graffitis de la pared,
en el sonido de los tambores y las trompetas,
en los cuerpos que corrían, saltaban y danzaban.
Salí a marchar para buscar a mi papá
en un lugar que ya no iba a estar.