LA FORMACIÓN DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA
Una lucha perdida que contribuyó a forjar una conciencia de clase
Por: María Camila Mojica Vélez y Alejandro Castañeda
INTRODUCCIÓN
El libro “La Formación de la Clase Obrera en Inglaterra” escrito por E.P. Thompson, hace una investigación y reflexión sobre el proceso activo que implicó el surgimiento de la conciencia de clase, puesto que ésta es resultado de un proceso histórico de largo alcance donde la tradición y las luchas sociales han evidenciado que: la clase la definieron los hombres quienes vivieron su propia historia a través de sus relaciones, ideas e instituciones.
La clase es una formación social y cultural que surgió de procesos que sólo pueden estudiarse mientras se resolvían por sí mismos a lo largo de un período histórico considerable.[1] Al pensarse la formación de la clase obrera en términos de procesos históricos se afirma que la gente: experimentó la explotación, identificó puntos de interés antagónicos, luchó por estas cuestiones y en el proceso de Iucha se descubrió como clase. La lucha es la clave para comprender el surgimiento de la clase obrera porque fue previa a ella y es más universal, a través de las derrotas y los logros esporádicos (cada vez más frecuentes) se fue construyendo la conciencia y la definición de sí mismos, así afirmó Pericles en su conocida frase: “no se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos[2]”. Este trabajo busca estudiar cómo los fracasos en la lucha de clases a finales del siglo XVIII (en la década de 1790) contribuyeron a la formación de la clase obrera, puesto que allí se consolidaron formas de lucha a través de la tradición, las nuevas ideas, las represiones, la censura, la violencia y las nuevas formas de organización. Para ello, hay que comprender de antemano la importancia de la tradición disidente del pueblo inglés, ya que ésta fue la base cultural para que las luchas se pudieran consolidar.
Una de las principales características de los ingleses es la huella que ha dejado la tradición religiosa del protestantismo como doctrina de tendencias disidentes. Según E. P. Thompson allí se encuentra el substrato para la pluralidad de la cultura de la clase obrera, puesto que a partir de las múltiples doctrinas, formas organizativas y maneras de interpretar el mundo exterior e interior se construyó la libertad de conciencia, la cual permitió cimentar el espacio para desarrollar la conciencia de clase a partir de las múltiples luchas sociales y políticas.
“En los lugares de culto había espacio para la vida intelectual libre… entre innumerables miembros”[3], la disidencia propia del pueblo inglés fue una tradición popular e intelectual; porque si bien ellos NO tenían el poder de las tierras y el poder político; el templo, la taberna y el hogar les pertenecía sólo a ellos, ya que estos espacios sociales y religiosos permitieron la construcción de ideas originales y hombres originales que poco a poco fueron cambiando las convenciones sociales sobre el papel del pobre en la sociedad. Se pasó del deísmo a una ideología secular permitido o propiciado por las tradiciones disidentes, puesto que desde los principios religiosos siempre hubo una tensión entre la moderación, la aceptación del destino miserable de los pobres, la defensa de los partidos populares y los derechos del pueblo.
EL ORIGEN DE: LA DISIDENCIA Y LAS ORGANIZACIONES POPULARES
La tradición disidente del pueblo inglés proviene de los movimientos religiosos que surgieron a partir del protestantismo como: los calvinistas, metodistas y baptistas. Dichas creencias no imponían la represión inquisidora característica de la religión católica sino que propiciaron la libertad de conciencia entre innumerables miembros, porque permitieron construir múltiples interpretaciones de las sagradas escrituras en sectas donde la gente común tenía la autonomía de decidir a qué dogma unirse. El carácter disidente de la libertad de conciencia del protestantismo surge a partir de las formas de pensar la biblia, el mundo interior, el mundo exterior y el juicio final. Según el autor, la continua tensión que presentan estas interpretaciones supone un rechazo de los poderes dominantes. Este rechazo que caracterizó el radicalismo del pensamiento inglés estuvo adormecido durante muchas épocas, dispuesto a germinar en el momento en que el contexto social propiciara las circunstancias y antecedentes para generar el resurgimiento del espíritu de la lucha proveniente de la tradición anarquista de la vieja disidencia del protestantismo. Su autonomía y ramificación permitió que pudieran surgir ideas poco ortodoxas y revolucionarias, porque no se encontraban encuadradas dentro de una institución religiosa con poder terrenal como lo fue la Iglesia Católica. [4]
En las muchas ideas que surgieron en el interior de estas ramificaciones hay afirmaciones que revelan una forma particular de concebir la vida y el más allá:
- El sufrir con paciencia
- El grito lamentable
- El antagonismo del Papa
- El antagonismo de los ricos
- La promesa de la vida futura
- La existencia de Lucifer y su poder sobre el mundo material y terrenal
- La concepción de que el reino espiritual NO es corrompido por el material
- La creencia en el juicio final donde los pecadores recibirán sus castigos
Estas ideas y principios expresaron las múltiples frustraciones de los pobres frente a las condiciones desiguales e injustas entre los grupos sociales de Inglaterra como los tejedores, los campesinos, los artesanos, los mineros, los whig´s, los tories, los terratenientes y los industriales. La religión se transformó en la metáfora de la vida que les tocó vivir, donde las injusticias sociales fueron explicadas como las pasiones pecadoras del mundo exterior.
Para los pobres el mundo del espíritu, de la libertad interior y de la virtud se encontraba constantemente amenazado por el Estado y la Gentry, porque condenaban a los inocentes al sufrimiento de la miseria y la pobreza en el mundo exterior para satisfacerse a ellos mismos. Esta forma de ver la vida utilizó la figura bíblica del Satanás como representación de los ricos y de las instituciones de poder para despertar la necesidad de la disidencia, la gente construyó su propio enemigo y a partir de allí se definió a sí misma al formar sectas religiosas para defenderse de los pecados y el sufrimiento.
“El mayor veneno que jamás se ha conocido provino de la corona de laurel del César”[5]
J. Bunyan (escritor de Piligrim Progess) afirmó que la integridad moral y la piedad no se podía preservar si se olvidaba la “Herencia de La Lucha”. A través de su libro, les brindó un consuelo a los pobres afirmando que hay una compensación por las injusticias del mundo en “la vida futura”. Bunyan utilizó el contexto de las esperanzas, la agitación de las masas y las energías activas para fomentar la recuperación de la tradición de la lucha y la disidencia, característica del viejo anarquismo protestante. Fomentó la esperanza, la sumisión, la resignación y la búsqueda egocéntrica de la salvación personal para generar un inconformismo humilde en el pueblo inglés, el cual vivió momentos de quietud y alzamiento, confianza y derrota; para E. P. Thompson estos momentos son complementarios porque permitieron preservar la disidencia y no el conformismo. La derrota fue la base de la esperanza y la esperanza retornó a la derrota.
El resurgimiento del espíritu de lucha de los baptistas y calvinistas fue lento puesto que no siempre el espíritu disidente estuvo cerca del interés popular. Estas múltiples ramificaciones y mutaciones del protestantismo cayeron en una trampa dogmática porque se encerraron entre los intelectuales y elegidos, alejándose de la mayoría de la población, ya que era considerada como una masa corrupta de condenados y pecadores. El humanitarismo racional y elegante fue predilecto para unos cuantos durante muchos años, hasta que la llegada de los metodistas condujo a los baptistas de regreso a los pobres en el siglo XVIII. El metodismo negaba la imposición del sectarismo ya que su principio religioso era salvar el mayor número de almas posible. Así afirmaban en sus plegarias, “venid, oh mis culpables hermanos, venid”[6]
Mientras que el baptismo de Bunyan y Dan Taylor fue una religión del pobre disidente, el metodismo fue una religión para todos los pobres. El metodismo apareció como una influencia políticamente regresiva y estabilizadora[7] porque fue enfermiza con los pecados, hostil a la razón, adversa a los valores artísticos y la investigación, promulgó su lealtad de carácter servil a Dios, el rey y la constitución; sin embargo, promovió sus principios religiosos a todo el pueblo a través de una participación democrática de raíces populares facilitando el ingreso de innumerables miembros a las asociaciones metodistas, allí los hombres de oficio junto con los obreros dirigieron y tomaron las decisiones administrativas y religiosas dentro de su comunidad. “El metodismo de finales del s. XVIII estuvo agitado por tendencias democráticas agenas a él, mientras que al mismo tiempo sirvió de modelo, a pesar suyo, de otras formas organizativas.”[8] Ellos se reunían en organizaciones centralizadas que recaudaban dinero para la iglesia, discutían y llegaban a acuerdos comunes sobre la participación en las localidades, la lucha contra las doctrinas, las nuevas estructuras organizativas, las formas autónomas de las sociedades religiosas y el igualitarismo espiritual.
El baptismo promovió la disidencia y el metodismo la igualdad junto con las formas de organización de las clases populares.
DE LA TRADICIÓN A LA LUCHA POLÍTICA
La tradición disidente fue el puente que permitió dar el paso de la predicación a la organización de sociedades populares y grupos locales en el proceso de construcción de la conciencia de clase, influenciando la formación y evolución de los comportamientos sub-políticos del pueblo. La tradición partió de las ideas populares del inglés libre como un derecho de nacimiento, desarrolló un código popular desde las comunidades que se encargaba de condenar y perdonar los delitos, construyó formas de defensa y ataque contra el estado, los avariciosos, los ricos, los pecadores etc., y propició los amotinamientos de la muchedumbre para legitimar la tradición y las reivindicaciones populares a través de la presión, buscando el control del mercado, rescatar los productos, destruir los negocios, intimidar, negociar y vender a un precio justo lo que se vendía; los motines eran actos de justicia popular producto de la vieja economía moral paternalista de la multitud, que percibía el acaparamiento y la economía de mercado como una ofensa al pueblo y la ley, puesto que permitía el enriquecimiento de unos cuantos a costa del sufrimiento de otros.
La tradición no fue estática y se vio atravesada por acontecimientos políticos, económicos y sociales que construyeron nuevas formas de lucha para finales del siglo XVIII. Esta época consolidó la polarización y los antagonismos de clase en la sociedad inglesa, gracias a la represión impuesta por el estado y la Gentry hacia las ideas disidentes afines a la Reforma de la Constitución y los derechos del hombre de Thomas Paine.
Para 1790 los acontecimientos de la Revolución Francesa y las nuevas formas de subsistencia y trabajo de la primera fase de la revolución industrial que limitaron las libertades y los derechos de las clases populares, propiciaron el contexto ideal para despertar el espíritu de lucha que Bunyan reclamaba. Pero este espíritu no se quedó en el aspecto religioso del juicio final y la economía moral de la multitud, sino que se transformó en una lucha secular de carácter político y social donde las agitaciones inglesas giraron en torno a una democracia inglesa, en contra del despotismo y en favor de la libertad. Un folletista afirmaba “.pero en un país como Gran Bretaña que al menos pretende ser libre, el que tantos hombres deban renunciar a los privilegios… que corresponden a los hombres libres … se convierte en una cuestión sorprendente”[9] La lucha por la democracia era por ampliar los límites de esa libertad a través de la constitución como un instrumento que garantizara la independencia y la defensa de:
- La libertad respecto a la dominación extranjera
- La Libertad con respecto al absolutismo
- La Inmunidad contra el arresto arbitrario
- La Libertad de pensamiento limitado
- El Juicio por Jurado
- La Igualdad ante la ley
- La Libertad de expresión y de conciencia
- El Derecho a la oposición parlamentaria
- La Libertad para viajar, negociar y vender su fuerza de trabajo.
Sin embargo, éstas NO eran reivindicaciones solamente de las clases populares sino también de la Gentry, puesto que desde el siglo XVII ella y el Pueblo se protegían por medio de la justicia contra el estado autoritario y absolutista (de acuerdo a sus propios intereses); los tories temían a la anulación de los derechos restringidos, los whig se oponían al aumento de los poderes de la corona y la muchedumbre estaba en contra de los mecanismos de opresión. Incluso lo que le dio origen a la constitución fue la defensa del inglés libre por nacimiento porque éste estaba protegido por las leyes en contra del poder arbitrario y poseía el derecho al motín como mecanismo de resistencia frente a la opresión, así la Sociedad de Correspondencia de Londres definió la situación del plebeyo inglés en contraposición al plebeyo francés: “nuestras personas estaban protegidas por las leyes mientras que sus vidas estaban a merced de todo individuo noble, nosotros éramos hombres mientras que ellos eran esclavos.”[10]
En Inglaterra a finales del siglo XVIII el absolutismo inglés y el parlamento estaban sujetos a unos mecanismos de frenos y equilibrios que controlaban el poder como: la prensa y la plataforma, sin embargo eran limitados y precarios. La primera fue un instrumento de la opinión pública que controló el poder y manifestó las preocupaciones y denuncias del pueblo, mientras que la segunda fue un grupo extraparlamentario que luchó por los derechos a través de la presión pública como los motines, los panfletos, las publicaciones y las peticiones al parlamento.
Lo que cambió a finales del siglo XVIII fue el tono bajo el que se dieron éstas reivindicaciones porque el contexto le dio un carácter republicano y revolucionario a la defensa de la reforma de la constitución que buscaba ampliar los límites de la libertad y cuestionar la legitimidad del poder del Rey, esto terminó por concluir con la polarización de los antagonismos de clase puesto que las reivindicaciones políticas, sociales y económicas de la muchedumbre siguieron un camino diferente a las reivindicaciones de la Gentry.
El tono republicano de la reforma de la constitución surgió por el desafío al poder del rey y los ministros, cuestionando la legitimidad del poder como la historia de la corrupción, algunos reformistas como Thomas Paine[11] afirmaban que el rey fue el conquistador que impuso el gobierno y el pueblo inglés la población conquistada que permaneció bajo su yugo; también surgió un tono republicano al reclamar varios derechos para los cuales no existían precedentes como: recortar los costos del gobierno, establecer un impuesto supletorio, perdonar los impuestos a los pobres, implementar los subsidios familiares, crear pensiones para la vejez etc., éstos derechos promovidos por los reformistas de la constitución surgieron a la luz de le Revolución Francesa como mecanismos para dar el paso del constitucionalismo a la democracia, lo que para su época fue cuestionado y tachado como revolucionario y conspiratorio.
La década de 1790 fue una época en la que la actitud reformista de la constitución, las reivindicaciones políticas de la plebe relacionadas con la ampliación de los límites de la libertad, el cuestionamiento de la legitimidad del poder de la corona, la tensión entre la economía moral de la multitud y la economía capitalista, el descontento hacia la constitución y el resurgimiento del espíritu de lucha produjo una reorganización estructural en las relaciones de clase y la ideología del siglo XIX.
1790
A pesar de que la Gentry, el parlamento y la corona reprimieron y acabaron con los movimientos populares jacobinos y reformistas se consolidaron, gracias a esta época de opresión, los antagonismos de clase desde el punto de vista político; porque se alteraron las actitudes sub-políticas del pueblo, se afectaron los alineamientos y formas de organización de la clases populares y se dio inicio a nuevas tradiciones de lucha social.
En 1790 se consolidó la formación de sociedades populares porque la plebe se organizó para exigir derechos y libertades para ellos a través de la Sociedad de Correspondencia de Londres, las sociedades de lecturas de los periódicos y las sociedades provinciales; ellas formaron comités, reuniones en tabernas y comunidades de afiliación para conservar su cultura tradicional, ampliar el alcance de las leyes, obligar a ofrecer caridad por parte del estado a los pobres, y disfrutar de la libertad para protestar y convocar a la muchedumbre para legitimar sus reivindicaciones. Sin embargo hay que aclarar que este no fue un movimiento uniforme y que la muchedumbre fue un instrumento utilizado tanto por los reformistas como la Gentry y el Estado, para defender el poder o buscar transformarlo. No todos apoyaron las ideas radicales de Thomas Paine porque NO estaban de acuerdo con los principios franceses[12]. La oposición utilizó los mecanismos de protesta y organización para defender la constitución y el rey, apoyados por los propietarios y los parlamentarios formando comunidades locales y sociedades de la Gentry que estaban en contra del texto “Los Derechos del Hombre ”, el pueblo fue un instrumento utilizado por la aristocracia para legitimar el poder del rey y las acciones represivas en contra de las nuevas ideas, sin embargo si el pueblo seguía su propio camino estaría a favor de las ideas de Thomas Paine. El texto Los Derechos del Hombre movilizó la opinión y la tradición disidente, porque desarrolló la movilización popular, la cual fue generalizada tanto para los reformistas como para los jacobinos y constitucionalistas. El estado adoptó medidas para someter y acabar con las ideas revolucionarias que calaban y se regaban en la plebe a través de los folletos y las publicaciones de bajo costo y de fácil acceso, porque le temía profundamente a las ampliaciones de los derechos y libertades para las clases populares. El gobierno cerró los clubes, colgó carteles negando la entrada a los jacobinos, hostigó a la Sociedad de Correspondencia de Londres, solicitó puerta a puerta la lealtad al rey, le hizo espionaje a sus súbditos, repartió panfletos anti-jacobinos, aumentó la presión a la prensa, promovió las ideas de matar y ajusticiar a los reformadores, le negó el trabajo a los que NO juraran lealtad, detuvo a los reformistas, evitó la defensa de los prisioneros, acosó violentamente a los tachados de jacobinos, los torturó, encadenó y humilló. Estas actitudes represivas y violentas lograron que las sociedades reformistas perdieran fuerza hasta el punto que nunca más lograron tener una unidad entre ellas y tuvieron que sobrevivir bajo el manto de la clandestinidad.
Sin embargo retomando lo que afirmó Pericles, esta represión extrema por parte del estado inglés contribuyó al cambio de actitud de las masas populares, porque radicalizó la opinión de aquellos que tenían que arriesgarlo todo por asumir una posición política, por ello se debía adoptar una postura radical y no mediocre: se tejieron redes de espionaje entre las sociedades, se afirmó el odio hacia el gobierno con la intención de derrocarlo, los prisioneros se convirtieron en los héroes plebeyos que se enfrentaban al estado y se puso en el centro de la mesa la cuestión social. Este cambio de actitud consolidó los antagonismos de clase porque polarizó y reforzó la opinión pública sobre la reforma, el sacrifico de la libertad a cambio de la constitución y la exaltación de los pecados de los ricos y gobernantes como la depravación del mundo decadente. Esta crisis total de los controles tradicionales que se radicalizaron con el fin de acabar con la disidencia fue el origen que contribuyó al rencor popular hacia el parlamento, reforzó el conflicto de los pobres y los ricos porque la muchedumbre fue oprimida y suscitó el odio popular hacia las instituciones de poder. Los antagonismos de clase de la década de 1790 son de carácter político y no económico puesto que ésta lucha social demoraría cerca de 40 años más para consolidarse, aun así el aspecto político sembró la bases para la conciencia de clase porque desarrolló las formas de organización popular, promovió las ideas sociales y políticas revolucionarias y radicalizó la opinión de la disidencia que utilizó la clandestinidad como forma de lucha.
BIBLIOGRAFÍA
THOMPSON, E. P. "LA SOCIEDAD INGLESA DEL SIGLO XVIII: ¿LUCHA DE CLASES SIN CLASES?" EN TRADICIÓN, REVUELTA Y CONCIENCIA DE CLASE, Crítica, Barcelona, 1979.
[1]THOMPSON, E.P, LA FORMACION DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA, Critica, España, 1989, P. XVI
[2] Frase tomada de Pericles (495-429)
[3] THOMPSON, E.P, LA FORMACION DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA, Critica, España, 1989 P. 42
[4] Entre las principales ramificaciones del protestantismo se encuentran los anabaptistas, los cuáqueros, los presbiterianos, los arrianos, los antinomianos, los moravos, los glasitas y los sendimianos.
[5]THOMPSON, E.P, LA FORMACION DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA, Critica, España, 1989 P. 42
[6] Ibíd., P. 26
[7]ibíd., P. 31
[8] Ibíd., P. 33
[9] Ibíd. P 76
[10] Ibíd. P. 78
[11] Thomas Paine fue el hombre que publicó los Derechos del Hombre (1791-92) en Inglaterra, se convirtió en un seguidor del nuevo régimen de la República y la democracia, atacó la monarquía constitucionalista de Inglaterra como sistema de gobierno y defendió la revolución contra las críticas conservadoras de Burke.
[12] Thomas Paine fue la persona que definió el radicalismo en Inglaterra porque a través de su texto Los Derechos del Hombre, teorizó sobre la abolición del gobierno para movilizar a la sociedad, criticó el sistema representativo, ensalzó el comercio, discutió el código penal, denunció los privilegios exclusivos de la Gentry y presentó las bases para una legislación social; dándole al pueblo la retórica del igualitarismo radical que estaba ligado al inglés libre por nacimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario