Camila 2020

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Un retrato hecho para mi Por: Clara Mojica

sábado, 12 de noviembre de 2011

POR UN NUEVO MODELO DE EDUCACIÓN

















domingo, 16 de octubre de 2011

Altavoz y Molotov

ESE DÌA ME ARMÈ DE VALOR Y LA PASÈ UNA CHIMBA (todo valiò la pena)





Recomendaciones para el Festival Internacional Altavoz from Telemedellí­n on Vimeo.


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domingo, 2 de octubre de 2011

La lucha silenciosa de los negros esclavos en el s. XVIII y XIX










































La invencion de la Nueva Granada


LA INVENCIÓN DE LA NUEVA GRANADA
Por: María Camila Mojica

1. ¿UNIDAD POLÍTICA Y UNIDAD ECONÓMICA?
La época después de 1830 creció bajo la sombra del régimen bolivariano puesto que muchas de sus luchas políticas y guerras civiles se libraron en la defensa de los principios liberales (tanto económicos como políticos) y en el temor a caer de nuevo en el autoritarismo.  El proyecto de “La nación” ya había sido erigido más de dos décadas atrás gracias a la Independencia, pero los nuevos retos de la joven República amenazaban con frustrarse debido a la debilidad del Estado, porque no poseía un control eficaz sobre el territorio, ni recursos fiscales para financiar los proyectos económicos  y sociales que buscaban desarrollar el ingreso de la Nueva Granada en la economía mundial, esto fue gracias al lento ritmo de la economía interna y la debilidad en el comercio exterior.  Se necesitaba una reestructuración profunda para consolidar el proyecto de “La Nación”, tanto los “liberales moderados” como los “progresistas” promovieron y desarrollaron  proyectos políticos  de origen europeo y norteamericano para enfrentar la realidad nacional, entre ellos estaban: convertir a la Nueva Granada en una sociedad ilustrada a través de un sistema educativo descentralizado, poner límites al poder de la iglesia, reducir el tamaño del ejército, establecer el predominio del Estado laico, promover la importación de productos extranjeros al país, desarrollar una economía con capacidad de exportación a los países europeos y proteger la autonomía regional.  Según Safford y Palacios los años comprendidos entre 1830 y 1845 fueron una época de determinación política porque tanto los “progresistas” como los “moderados” definieron sus diferencias gracias a su relación antagónica o simpatizante, directa o indirecta con el fantasma bolivariano autoritarito, el centralismo y la importancia política de la iglesia en la protección del orden social.
Aunque los postulados políticos eran los mismos porque buscaban entrar en la modernidad política y la modernización, las diferencias surgieron por otros aspectos; mientras los moderados creían en la conciliación y la inclusión política de los bolivarianos y la iglesia, los progresistas creían en la exclusión y la expulsión de ellos en el aspecto político, militar y económico.  Veían en sus ideas una obstrucción al desarrollo de una nación moderna que fuese acorde a los principios liberales (libertad, igualdad, fraternidad), ellos exigían una fractura con el poder político de la iglesia que utilizaba la moral como instrumento de orden social sobre las masas, puesto que la sociedad no debía ser controlada por un orden con intereses financieros y privilegios jurídicos de una institución distinta al estado.  Los liberales moderados temían que el poder del clero pudiera levantar masas fanáticas en contra de la sociedad ilustrada, mientras que los liberales progresistas creían en quebrar el orden político de la iglesia para proteger la libertad de religión, libertad de pensamiento y libertad económica.     La Nueva Granada se debatía entre el temor y el radicalismo, la conciliación y la expulsión, fue este mismo debate el que acrecentó los suficientemente las diferencias políticas como para crear un guerra civil y (varios años después) los dos partidos políticos más antiguos del país, el partido conservador y el liberal. Según la lectura de Safford y Palacios las alianzas políticas entre los moderados y los viejos bolivarianos durante el gobierno de José Ignacio de Márquez levantaron grandes sospechas entre los santanderistas que representaban más abiertamente la cara progresista del liberalismo.   El Estado ofreció cargos públicos a  dos militares que habían sido bolivarianos visibles en 1820[1], lo que permitió la construcción de discursos que invocaban el espectro bolivariano para convertirlo en un símbolo político de la dictadura y la conspiración contra los principios liberales. Estas acusaciones fueron los instrumentos políticos que buscaban legitimar el modelo liberal oponiéndolo a la dictadura, pero manifestó las grandes distancias políticas que fueron trazándose durante el siglo XIX, entre aquellos que supuestamente apoyaban los mismos principios liberales que iban a regir “La Nación Neogranadina”.   Las alianzas, las acusaciones y las sospechas cristalizaron la Guerra de los Supremos porque consolidaron las lealtades políticas entre los opositores, pero esto fue a costa de  una tasa de mortalidad alta de hombres pobres que se vieron obligados a entrar en el ejército para defender al estado de la rebelión de Obando, y la ruina de proyectos económicos que buscaban desarrollar la exportación de productos tropicales y el desarrollo de industrias de hierro, papel y vidrio, los terratenientes perdieron su ganado y las exportaciones y las importaciones bajaron.    Los proyectos de la construcción de una “Nación” se vieron frenados por las diferencias políticas entre los progresistas y la alianza entre moderados y bolivarianos, el proyecto moderno del liberalismo político y económico, se dividió políticamente y se estancó económicamente.  
Se forjaron alianzas entre la iglesia, los moderados y los bolivarianos en pro del orden social adoptando el nombre de “ministeriales”.   Se intentó utilizar la religión como arma política a través de la educación  (algo que va en contra del concepto laico del estado y la sociedad),  porque para los moderados el desorden fue por culpa de la educación secundaria laxa, ellos afirmaban que era mejor “vivir, en una atmósfera menos contagiosa, aunque no tan ilustrada[2].   El conservadurismo nació de las ideas liberales moderadas que vieron la necesidad de controlar el pueblo a través de la moral y el orden.   El proyecto político liberal se dividió, y la unidad política de los moderados y progresistas pasó a ser historia”. 
El proyecto económico liberal fue una utopía que contribuyó a que el estado Neogranadino entrara a una depresión económica debido al desbalance del poder entre Inglaterra y La Nueva Granada porque la sociedad dependió tanto de los bienes extranjeros que la moneda disminuyó notablemente afectando el mercado interno (de por sí bastante débil).  El comercio interno entre las regiones era limitado porque las provincias producían casi todo lo que necesitaban; cultivaban la comida necesaria para vivir y muchas producían productos manufacturados de uso común, no existía una interdependencia regional de productos a gran escala que posibilitara el desarrollo de rutas comerciales y la circulación de mercancías.   Muchas regiones producían bastantes productos similares[3], lo que contribuiría a que la Nueva Granada fuera una sociedad fragmentada, porque además de ser una sociedad de autoconsumo y autoabastecimiento de mercancías a nivel local, las barreras naturales aumentaban los precios de los fletes, y las influencias de los vecinos  dificultaban la consolidación de “La Nación” como un territorio unificado; por ello, se generaron conflictos de intereses económicos y políticos que buscaban la autonomía y el auto-consumo.  Safford y Palacios afirman: “el hecho de que casi todas las regiones pudieran satisfacer la mayor parte de sus necesidades  básicas mediante el intercambio regional o local inmediato tendía a reducir la escala del comercio.”[4]


2. ¿LEGITIMIDAD EN LA NACIÓN?
1840 comenzó con un renovado interés de la modernización del Estado republicano por parte de los conservadores que estaban cansados de las revoluciones y que pretendían consolidar y asentar la nueva sociedad bajo la tutoría de la iglesia a través del principio del orden social.   Según Frédéric Martínez, este nuevo impulso modernizador tenía el principio centralista de las políticas promovidas por Bolívar y el interés Borbón por modificar el aparato de estado desde arriba para aumentar el control del territorio.  El gobierno de Cipriano de Mosquera pretendió reunificar el proyecto de “La Nación” a través del empleo de ministros y gobernantes que conocieran de los avances europeos en materia de políticas sociales y desarrollo económico.  El gobierno conservador reformista promovió políticas como: el desarrollo de  obras de beneficencia, la creación de escuelas de ingenieros, la fundación de la primera caja de ahorros del país, la  modernización de la contabilidad pública (buscando centralizar los gastos), la promoción de la inmigración extranjera y  la reducción de los aranceles aduaneros.
Para el estado y el gobierno de Mosquera, la transformación de La Nación había que efectuarla elevando la mirada hacia el horizonte, y observar cómo en la época de La Restauración, la vieja Europa logró consolidar el aparato del estado a través de políticas sociales, reformas contables, generación de conocimientos y tecnología.  La legitimidad de su proyecto político se fundaba en el otro continente, y por ello mismo no logró adecuarse a la realidad nacional porque “la falta de recursos del Estado fue la principal causa de abandono de los proyectos oficiales”[5].   El proyecto liberal de Mosquera habría de entrar en profundas contradicciones y antagonismos con las políticas neo-borbónicas para la reforma del estado,  la libre competencia terminó por destruir hasta las últimas instituciones de estado del Antiguo Régimen, porque los recursos fiscales del estado no correspondían con los proyectos de inversión.
Cuando llegó José Hilario López al poder gracias a la presión del grupo político llamado “los democráticos” de origen artesanal (Gólgotas), se produjo lo que Frédéric Martínez llamó la época de “La Revolución Liberal”, porque se promovió la libertad de prensa, la libertad de enseñanza, la abolición de la esclavitud y los resguardos indígenas; tratando de limitar el poder de la iglesia y admitiendo la libertad de enseñanza y de mercado.  Se buscó descentralizar el poder otorgando más autonomía a las regiones y acabando con los monopolios estatales.
De acuerdo a las políticas del libre cambio, los artesanos que se vieron defraudados por las promesas incumplidas del estado formaron un grupo político llamado “Draconiano” que buscó luchar por políticas que promovieran el proteccionismo de los artesanos neogranadinos frente a la competencia extranjera. De 1840 a 1854 surgió una recomposición de la política que generó nuevos autores y promovió nuevas alianzas entre la iglesia, lo Gólgotas y los liberales.  En esta época surgió la aparición de los pobres en la esfera pública porque se asociaron a través de sociedades democráticas (Draconianos) que apoyaron el golpe de estado del general José María Melo; diversos grupos crearon programas políticos, y buscaron una presencia nacional para la movilización popular, permitiendo la consolidación de los límites del partido conservador.  Las revoluciones ocurridas en la Europa de mediados del siglo XIX , se transformaron en el arma retórica de los grupos políticos para legitimar y deslegitimar las decisiones y principios de sus opositores.  El proyecto de la Nación se multiplicó y entró en choque con distintos sectores populares que tenían visiones distintas de lo que debía ser el desarrollo de la sociedad; ese modelo liberal irrumpió en la vida de los artesanos y de la gente del común creando distintas posturas políticas frente a la libertad de mercado que terminaría por acabar con los pequeños artesanos y las manufacturas.
Según el texto de Luis Javier Ortiz “el estado no logró el poder, los recursos ni la capacidad institucional  para imponer un proyecto económica y social”[6] lo que podría explicar la inexistencia de una ideología nacionalista en Colombia, puesto que hubo multiplicidad de proyectos fracturados, segmentados y divididos que no lograron consagrarse debido a la debilidad fiscal del estado, su falta del control del territorio y la poca inversión de extranjeros en el mercado nacional.  Las guerra civiles de 1830 y 1839 contribuyeron a desarraigar a la población más pobre porque además de que propició una distribución de la población en el territorio por culpa de la violencia, produjo bandidaje, ruina y vagancia.
La economía generó dependencia económica en los mercados externos porque fue la única alternativa concebible para salir del periodo de estancamiento de 1830 a 1850; los capitales para emprender nuevas empresas modernizadores sólo podrían surgir si se generaban suficientes excedentes en productos tropicales para  poder captar capital, pero la competencia y la caída en la producción del oro no logró compensar la situación depresiva de la economía puesto que el mercado neogranadino dependía en gran medida de los artículos de consumo de Gran Bretaña lo que produjo una devaluación de la moneda.
Según Luis Javier Ortiz “el desarrollo económico osciló entre dos modelos: reconstruir las bases coloniales de la economía o romper con sus trabas para lanzarla a desarrollo moderno”[7].  Proteccionismo y Libre Cambio se movilizaron en torno al miedo de debilitar las finanzas del estado puesto que este dependía de las cargas fiscales para poder tener un control sobre “La Nación” y por ende tener su razón de ser. 
Sería después de 1850  y tras las decisiones tomadas en la Revolución Liberal de 1849 a 1854 que el desarrollo del país sería movilizado por el mercado de exportación con Inglaterra, Alemania, Francia y Estados Unidos.

Durante el siglo XIX en la Nueva Granada, la construcción de “La Nación” fue el principal proyecto que atravesó la historia buscando generar cambios económicos, políticos y sociales; fue un proyecto que logró consolidar los principios del liberalismo político y económico en la Nueva Granada pero solo hasta finales del siglo XIX y principios del XX, La Nueva Granada fue “un país” donde los territorios y la población estaban divididos en regiones y localidades, posiciones políticas y religiosas, intereses económicos y sociales; territorios donde la unidad social y económica que implicaba “La Nación” era una legitimidad inventada que buscaba consolidar la construcción de la naciente República.








BIBLIOGRAFÍA


ORTIZ Luis Javier, “La sociedad colombiana del siglo XIX” en Las Mujeres en la historia de Colombia, Grupo editorial Norma.
MARTÍNEZ Frédéric, El nacionalismo Cosmopolita, Banco de la República, Bogotá, 2001
PALACIOS Marcos, SAFFORD Frank, “Colombia: país fragmentado, sociedad dividida, La nueva granada 1831-1845, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2002
DEAS Malcolm, “Del poder y la gramática”, Taurus, Bogotá, 2006


[1] PALACIOS Marcos, SAFFORD Frank, “Colombia: país fragmentado, sociedad dividida, La nueva granada 1831-1845, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2002, p. 297.
[2] Ibid, p. 307
[3] Ibid, p. 320
[4]  Ibid. P. 322
[5]MARTÍNEZ Frédéric, El nacionalismo Cosmopolita, Banco de la República, Bogotá, 2001, p. 61
[6] ORTIZ Luis Javier, “La sociedad colombiana del siglo XIX” en Las Mujeres en la historia de Colombia, Grupo editorial Norma, p. 169
[7] Iibd p. 179

lunes, 1 de agosto de 2011

Para mi abuela y mi abuelo

PARA MIS ABUELOS
Este video es una vida imaginada que buscaba encontrar puentes con la memoria y los recuerdos de mi familia, fue un buen ejercicio porque "sin querer queriendo", como dice el Chapulín Colorado, reencontramos el presente con el pasado.

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domingo, 31 de julio de 2011

Los inicios de la REVOLUCIÓN INDUSTRIAL


LA FORMACIÓN DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA
Una lucha perdida que contribuyó a forjar una conciencia de clase
Por: María Camila Mojica Vélez y Alejandro Castañeda

INTRODUCCIÓN
El libro “La Formación de la Clase Obrera en Inglaterra” escrito por E.P. Thompson, hace una investigación y reflexión sobre el proceso activo que implicó el surgimiento de la conciencia de clase, puesto que ésta es resultado de un proceso histórico de largo alcance donde la tradición y las luchas sociales han evidenciado que: la clase la definieron los hombres quienes vivieron su propia historia a través de sus relaciones, ideas e instituciones.  
La clase es una formación social y cultural que surgió de procesos que sólo pueden estudiarse mientras se resolvían por sí mismos a lo largo de un período histórico considerable.[1]  Al pensarse la formación de la clase obrera en términos de procesos históricos se afirma que la gente: experimentó la explotación, identificó puntos de interés antagónicos, luchó por estas cuestiones y en el proceso de Iucha se descubrió como clase.    La lucha es la clave para comprender el surgimiento de la clase obrera porque fue previa a ella y es más universal, a través de las derrotas y los logros esporádicos (cada vez más frecuentes) se fue construyendo la conciencia y la definición de sí mismos, así afirmó Pericles en su conocida frase: no se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos[2]”.  Este trabajo busca estudiar cómo los fracasos en la lucha de clases a finales del siglo XVIII (en  la década de 1790) contribuyeron a la formación de la clase obrera, puesto que allí se consolidaron formas de lucha a través de la tradición, las nuevas ideas, las represiones, la censura, la violencia y las nuevas formas de organización.  Para ello, hay que comprender de antemano la importancia de la tradición disidente del pueblo inglés, ya que ésta fue la base cultural para que las luchas se pudieran consolidar.   
Una de las principales características de los ingleses es la huella que ha dejado la tradición religiosa del protestantismo como doctrina de tendencias disidentes. Según E. P. Thompson allí se encuentra el substrato para la pluralidad de la cultura de la clase obrera, puesto que a partir de las múltiples doctrinas, formas organizativas y maneras de interpretar el mundo exterior e interior se construyó la libertad de conciencia, la cual permitió  cimentar el espacio para desarrollar la conciencia de clase a partir de las múltiples luchas sociales y políticas.
En los lugares de culto había espacio para la vida intelectual libre… entre innumerables miembros[3], la disidencia propia del pueblo inglés fue una tradición popular e intelectual; porque si bien ellos NO tenían el poder de las tierras y el poder político; el templo, la taberna y el hogar les pertenecía sólo a ellos, ya que  estos espacios sociales y religiosos permitieron la construcción de ideas originales y hombres originales que poco a poco fueron cambiando las convenciones sociales sobre el papel del pobre en la sociedad.    Se pasó del deísmo a una ideología secular permitido o propiciado por las tradiciones disidentes, puesto que desde los principios religiosos siempre hubo una tensión entre la moderación, la aceptación del destino miserable de los pobres, la defensa de los partidos populares  y los derechos del pueblo.

EL ORIGEN DE: LA DISIDENCIA Y LAS ORGANIZACIONES POPULARES
La tradición disidente del pueblo inglés proviene de los movimientos religiosos que surgieron a partir del protestantismo como: los calvinistas, metodistas y baptistas. Dichas creencias  no imponían la represión inquisidora característica de la religión católica sino que propiciaron la libertad de conciencia entre innumerables miembros, porque permitieron construir múltiples  interpretaciones de las sagradas escrituras en sectas donde la gente común tenía la autonomía de decidir a qué dogma unirse.  El carácter disidente de la libertad de conciencia del protestantismo surge a partir de las formas de pensar la biblia, el mundo interior, el mundo exterior y el juicio final.  Según el autor, la continua tensión que presentan estas interpretaciones supone un rechazo de los poderes dominantes.   Este rechazo que caracterizó el radicalismo del pensamiento inglés estuvo adormecido durante muchas épocas, dispuesto a germinar en el momento en que el contexto social propiciara las circunstancias y antecedentes para generar el resurgimiento del espíritu de la lucha  proveniente de la tradición anarquista de la vieja disidencia del protestantismo.   Su autonomía y ramificación permitió que pudieran surgir ideas poco ortodoxas y revolucionarias, porque no se encontraban encuadradas dentro de una institución religiosa con poder terrenal como lo fue la Iglesia Católica. [4]
En las muchas ideas que surgieron en el interior de estas ramificaciones hay afirmaciones que revelan una forma particular de concebir la vida y el más allá:
  • El sufrir con paciencia
  • El grito lamentable
  • El antagonismo del Papa
  • El antagonismo de los ricos
  • La promesa de la vida futura
  • La existencia de Lucifer y su poder sobre el mundo material y terrenal
  • La concepción de que el reino espiritual NO es corrompido por el material
  • La creencia en el juicio final donde los pecadores recibirán sus castigos
Estas ideas y principios expresaron las múltiples frustraciones de los pobres frente a las condiciones desiguales e injustas entre los grupos sociales de Inglaterra como  los tejedores, los campesinos, los artesanos, los mineros, los whig´s, los tories, los terratenientes y los industriales.  La religión se transformó en la metáfora de la vida que les tocó vivir, donde las injusticias sociales fueron explicadas como las pasiones pecadoras del mundo exterior.     
Para los pobres el mundo del espíritu,  de la libertad interior y de la virtud se encontraba constantemente amenazado por el Estado y la Gentry, porque  condenaban a los inocentes al sufrimiento de la miseria y la pobreza en el mundo exterior para satisfacerse a ellos mismos.  Esta forma de ver la vida utilizó la figura bíblica del Satanás como representación de los ricos y de las instituciones de poder para despertar la necesidad de la disidencia, la gente construyó su propio enemigo y a partir de allí se definió a sí misma al formar sectas religiosas para defenderse de los pecados y el sufrimiento.
“El mayor veneno que jamás se ha conocido provino de la corona de laurel del César”[5]
J. Bunyan (escritor de Piligrim Progess)  afirmó que la integridad moral y la piedad no se podía preservar si se olvidaba la “Herencia de La Lucha”.    A través de su libro, les brindó un consuelo  a los pobres afirmando que hay una compensación por las injusticias del mundo en  “la vida futura”.  Bunyan utilizó el contexto de las esperanzas, la agitación de las masas  y las energías activas para fomentar la recuperación de la tradición de la lucha y la disidencia, característica del viejo anarquismo protestante.    Fomentó la esperanza, la sumisión, la resignación y la búsqueda egocéntrica de la salvación personal para generar un inconformismo humilde en el pueblo inglés, el cual vivió momentos de quietud y alzamiento, confianza y derrota;  para E. P. Thompson estos momentos son complementarios porque permitieron preservar la disidencia y no el conformismo. La derrota fue la base de la esperanza y la esperanza retornó a la derrota.
El resurgimiento del espíritu de lucha de los baptistas y calvinistas fue lento puesto que no siempre el espíritu disidente estuvo cerca del interés popular. Estas múltiples ramificaciones y mutaciones del protestantismo cayeron en una trampa dogmática porque se encerraron entre los intelectuales y elegidos, alejándose de la mayoría de la población, ya que era considerada como una masa corrupta de condenados y pecadores.     El humanitarismo racional  y elegante fue predilecto para unos cuantos durante muchos años, hasta que la llegada de los metodistas condujo a los baptistas de regreso a los pobres en el siglo XVIII.   El metodismo negaba la imposición del sectarismo ya que su principio religioso era salvar el mayor número de almas posible.  Así afirmaban en sus plegarias, “venid, oh mis culpables hermanos, venid[6]
 Mientras que  el baptismo de Bunyan y Dan Taylor fue una religión del pobre disidente,  el metodismo fue una religión para todos los pobres.    El metodismo apareció como una influencia políticamente regresiva y estabilizadora[7] porque fue enfermiza con los pecados, hostil a la razón, adversa  a los valores artísticos y la investigación, promulgó su lealtad de carácter servil a Dios, el rey y  la constitución;    sin embargo, promovió sus principios religiosos a todo el pueblo a través de una participación democrática de raíces populares facilitando el ingreso de innumerables miembros  a las asociaciones metodistas, allí los hombres de oficio junto con los obreros dirigieron y tomaron las decisiones administrativas y religiosas dentro de su comunidad.   “El metodismo de finales del s. XVIII estuvo agitado por tendencias democráticas agenas a él, mientras que al mismo tiempo sirvió de modelo, a pesar suyo, de otras formas organizativas.”[8] Ellos se reunían en organizaciones centralizadas que recaudaban dinero para la iglesia, discutían y llegaban a acuerdos comunes sobre la participación en las localidades, la lucha contra las doctrinas, las nuevas estructuras organizativas, las formas autónomas de las sociedades religiosas y el igualitarismo espiritual.  
El baptismo promovió la disidencia y el metodismo la igualdad junto con las formas de organización de las clases populares.  

DE LA TRADICIÓN A LA LUCHA POLÍTICA
La tradición disidente fue el puente que permitió dar el paso de la predicación a la organización de sociedades populares y grupos locales en el proceso de construcción de la conciencia de clase, influenciando la formación y evolución de los comportamientos sub-políticos del pueblo. La tradición partió de las ideas populares del inglés libre como un derecho de nacimiento,  desarrolló un código popular desde las comunidades que se encargaba de condenar y perdonar los delitos, construyó formas de defensa y ataque contra el estado, los avariciosos, los ricos, los pecadores etc., y propició los amotinamientos de la muchedumbre para legitimar la tradición y las reivindicaciones populares a través de la presión, buscando el control del mercado, rescatar los productos, destruir los negocios, intimidar, negociar  y vender a un precio justo lo que se vendía; los motines eran actos de justicia popular producto de la vieja economía moral  paternalista de la multitud, que percibía el acaparamiento y la economía de mercado como  una ofensa al pueblo y la ley, puesto que permitía el enriquecimiento de unos cuantos a costa del sufrimiento de otros.
La tradición no fue estática y se vio atravesada por acontecimientos políticos, económicos y sociales que construyeron nuevas formas de lucha para finales del siglo XVIII.   Esta época consolidó la polarización y los antagonismos de clase en la sociedad inglesa, gracias a la represión impuesta por el estado y la Gentry hacia las ideas disidentes afines a la Reforma de la Constitución y los derechos del hombre de Thomas Paine.  
Para 1790 los acontecimientos de la Revolución Francesa y  las nuevas formas de subsistencia y trabajo de la primera fase de la revolución industrial que limitaron las libertades y los derechos de las clases populares, propiciaron el contexto ideal para despertar el espíritu de lucha que Bunyan reclamaba.  Pero este espíritu no se quedó en el aspecto religioso del juicio final y la economía moral de la multitud, sino que se transformó en una lucha secular de carácter político y social donde las agitaciones inglesas giraron en torno a una democracia inglesa, en contra del despotismo y en favor de la libertad. Un folletista afirmaba “.pero  en un país como Gran Bretaña que al menos pretende ser libre, el que tantos hombres deban renunciar a los privilegios… que corresponden a los hombres libres … se convierte en una cuestión sorprendente”[9]      La lucha por la democracia era por ampliar los límites de esa libertad a través de la constitución como un instrumento que garantizara la independencia y la defensa de:
  • La libertad respecto a la dominación extranjera
  • La Libertad con respecto al absolutismo
  • La Inmunidad contra el arresto arbitrario
  • La Libertad de pensamiento limitado
  • El Juicio por Jurado
  • La Igualdad ante la ley
  • La Libertad de expresión y de conciencia
  • El Derecho a la oposición parlamentaria
  • La Libertad para viajar, negociar y vender su  fuerza de trabajo.
 

Sin embargo, éstas NO eran reivindicaciones solamente de las clases populares sino también de la Gentry, puesto que  desde el siglo XVII ella y el Pueblo se protegían por medio de la justicia contra el estado autoritario y absolutista (de acuerdo a sus propios intereses); los tories temían a la anulación de los derechos restringidos, los whig se oponían al aumento de los poderes de la corona y la muchedumbre estaba en contra de los mecanismos de opresión.    Incluso lo que le dio origen a la constitución fue la defensa del inglés libre por nacimiento porque éste estaba protegido por las leyes en contra del poder arbitrario  y poseía el derecho al motín como mecanismo de resistencia frente a la opresión, así la Sociedad de Correspondencia de Londres definió  la situación del plebeyo inglés en contraposición al plebeyo francés: “nuestras personas estaban protegidas por las leyes  mientras que sus vidas estaban a merced de todo individuo noble, nosotros éramos hombres mientras que ellos eran esclavos.[10]
En Inglaterra a finales del siglo XVIII el absolutismo inglés y el parlamento estaban sujetos a unos mecanismos de frenos y equilibrios que controlaban el poder como: la prensa y la plataforma, sin embargo eran limitados y precarios.  La primera fue un  instrumento de la opinión pública que controló el poder y manifestó las preocupaciones y denuncias del pueblo, mientras que la segunda fue un grupo extraparlamentario que luchó por los derechos a través de la presión pública como los motines, los panfletos, las publicaciones y las peticiones al parlamento.
Lo que cambió a finales del siglo XVIII fue el tono bajo el que se dieron éstas reivindicaciones porque el contexto le dio un carácter republicano y revolucionario a la defensa de la reforma de la constitución que buscaba ampliar los límites de la libertad y cuestionar la legitimidad del poder del Rey, esto terminó por concluir con la polarización de los antagonismos de clase puesto que las reivindicaciones políticas, sociales y económicas de la muchedumbre  siguieron un camino diferente a las reivindicaciones de la Gentry.
El tono republicano de la reforma de la constitución surgió por el desafío al poder del rey y los ministros, cuestionando la legitimidad del poder como la historia de la corrupción, algunos reformistas como Thomas Paine[11] afirmaban que el rey fue el conquistador que impuso el gobierno y el pueblo inglés la población  conquistada que permaneció bajo su yugo; también surgió un tono republicano al reclamar varios derechos para los cuales no existían precedentes como: recortar los costos del gobierno,  establecer un impuesto supletorio, perdonar los impuestos a los pobres, implementar los subsidios familiares, crear pensiones para la vejez etc., éstos derechos promovidos por los reformistas de la constitución surgieron a la luz de le Revolución Francesa como mecanismos para dar el paso del constitucionalismo a la democracia, lo que para su época fue cuestionado y tachado como revolucionario y conspiratorio.
La década de 1790 fue una época en la que la actitud reformista de la constitución, las reivindicaciones políticas de la plebe relacionadas con la ampliación de los límites de la libertad, el cuestionamiento de la legitimidad del poder de la corona, la tensión entre la economía moral de la multitud y la economía capitalista, el descontento hacia la constitución y  el resurgimiento del espíritu de lucha produjo una reorganización estructural en las relaciones de clase y la ideología del siglo XIX.

1790               
A pesar de que la Gentry, el parlamento y la corona reprimieron y  acabaron con los movimientos populares jacobinos y reformistas se consolidaron, gracias a esta época de opresión, los antagonismos de clase desde el punto de vista político; porque se alteraron las actitudes sub-políticas del pueblo, se afectaron los alineamientos y formas de organización de la clases populares y se dio inicio a nuevas tradiciones de lucha social.  
En 1790 se consolidó la formación de sociedades populares porque la plebe se organizó para exigir derechos y libertades para ellos a través de la Sociedad de Correspondencia de Londres, las sociedades de lecturas de los periódicos y las sociedades provinciales; ellas formaron comités, reuniones en tabernas y comunidades de afiliación para conservar su cultura tradicional, ampliar el alcance de las leyes, obligar a ofrecer caridad por parte del estado a los pobres, y disfrutar de la libertad para protestar y convocar a la muchedumbre para legitimar sus reivindicaciones.  Sin embargo hay que aclarar que este no fue un movimiento uniforme y que la muchedumbre fue un instrumento utilizado tanto por los reformistas como la Gentry y el Estado, para defender el poder o buscar transformarlo. No todos apoyaron las ideas radicales de Thomas Paine porque NO estaban de acuerdo con los principios franceses[12]. La oposición utilizó los mecanismos de protesta y organización para  defender  la constitución y el rey, apoyados por los propietarios y los parlamentarios formando comunidades locales y sociedades de la Gentry que estaban en contra del texto “Los Derechos del Hombre ”, el pueblo fue un instrumento utilizado por la aristocracia para legitimar el poder del rey y las acciones represivas en contra de las nuevas ideas,  sin embargo si el pueblo seguía su propio camino estaría a favor de las ideas de Thomas Paine.  El texto Los Derechos del Hombre movilizó la opinión y la tradición disidente, porque desarrolló la movilización popular, la cual fue generalizada tanto para los reformistas como para los jacobinos y constitucionalistas.   El estado adoptó medidas para someter y acabar con las ideas revolucionarias que calaban y se regaban en la plebe a través de los folletos y las publicaciones de bajo costo y de fácil acceso, porque le temía profundamente a las ampliaciones de los derechos y libertades para las clases populares. El gobierno  cerró los clubes, colgó carteles negando la entrada a los jacobinos, hostigó a la Sociedad de Correspondencia de Londres, solicitó puerta a puerta la lealtad al rey, le hizo espionaje a sus súbditos,  repartió panfletos anti-jacobinos, aumentó la presión a la prensa, promovió las ideas de matar y ajusticiar a los reformadores, le negó el trabajo a los que NO juraran lealtad, detuvo a los reformistas, evitó la defensa de los prisioneros,  acosó violentamente a los tachados de jacobinos,  los torturó, encadenó y humilló.  Estas actitudes represivas y violentas lograron que las sociedades reformistas perdieran fuerza hasta el punto que nunca más lograron tener una unidad entre ellas y tuvieron que sobrevivir bajo el manto de la clandestinidad.
Sin embargo retomando lo que afirmó Pericles, esta represión extrema por parte del estado inglés contribuyó al cambio de actitud de las masas populares, porque radicalizó la opinión de aquellos que tenían que arriesgarlo todo por asumir una posición política, por ello se debía adoptar una postura radical y no mediocre: se tejieron redes de espionaje entre las sociedades, se afirmó el odio hacia el gobierno  con la intención de derrocarlo, los prisioneros se convirtieron en los héroes plebeyos que se enfrentaban al estado y  se puso en el centro de la mesa la cuestión social.  Este cambio de actitud consolidó los antagonismos de clase porque polarizó y reforzó la opinión pública sobre la reforma, el sacrifico de la libertad a cambio de la constitución y la exaltación de los pecados de los ricos y gobernantes como la depravación del mundo decadente.  Esta crisis total de los controles tradicionales que se radicalizaron con el fin de acabar con la disidencia fue el origen  que contribuyó al rencor popular hacia el parlamento, reforzó el conflicto de los pobres y los ricos porque la muchedumbre fue oprimida y suscitó el odio popular hacia las instituciones de poder.  Los antagonismos de clase de la década de 1790 son de carácter político y no económico puesto que ésta lucha social demoraría cerca de 40 años más para consolidarse, aun así el aspecto político sembró la bases para la conciencia de clase porque desarrolló las formas de  organización popular, promovió las ideas sociales y políticas revolucionarias y radicalizó la opinión de la disidencia que utilizó la clandestinidad como forma de lucha.

BIBLIOGRAFÍA

THOMPSON, E.P, LA FORMACION DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA, Critica, España, 1989

THOMPSON, E. P. "LA SOCIEDAD INGLESA DEL SIGLO XVIII: ¿LUCHA DE CLASES SIN CLASES?" EN TRADICIÓN, REVUELTA Y CONCIENCIA DE CLASE, Crítica, Barcelona, 1979.


[1]THOMPSON, E.P, LA FORMACION DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA, Critica, España, 1989, P. XVI
[2] Frase tomada de Pericles (495-429)
[3] THOMPSON, E.P, LA FORMACION DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA, Critica, España, 1989 P. 42
[4] Entre las principales ramificaciones del protestantismo se encuentran los anabaptistas, los cuáqueros, los presbiterianos, los arrianos, los antinomianos, los moravos, los glasitas y los sendimianos.

[5]THOMPSON, E.P, LA FORMACION DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA, Critica, España, 1989 P. 42
[6] Ibíd., P. 26
[7]ibíd., P. 31
[8] Ibíd., P. 33
[9] Ibíd. P 76
[10] Ibíd. P. 78
[11] Thomas Paine fue el hombre que publicó los Derechos del Hombre  (1791-92) en Inglaterra, se convirtió en un seguidor del nuevo régimen de la República y la democracia, atacó la monarquía constitucionalista de Inglaterra como sistema de gobierno y defendió la revolución contra las críticas conservadoras de Burke.
[12] Thomas Paine fue la persona que definió el radicalismo en Inglaterra porque a través de su texto Los Derechos del Hombre, teorizó sobre la abolición del gobierno para movilizar a la sociedad,  criticó el sistema representativo, ensalzó el comercio, discutió el código penal, denunció los privilegios exclusivos de la Gentry y presentó las bases para una legislación social; dándole al pueblo la retórica del igualitarismo radical que estaba ligado al inglés libre por nacimiento.